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Por Melissa Dougherty

Desde la década de 1960, ha habido un dramático declive en la ética moral aquí en los Estados Unidos. Algunos argumentarían que ha estado en descenso constante desde los orígenes de la humanidad, como yo lo diría. Sin embargo, aquí en Estados Unidos, la frase “legislar la moralidad” ha salido cada vez más a colación. Dependiendo de la generación, muchas personas no han oído esta frase o ni siquiera han entendido lo que significa. Algunos la utilizan como un término cliché para echar en cara a la persona que intenta promover cierta moral que debería ser lícita o no.

 Yo digo que, al igual que el argumento de que “no hay verdad absoluta”, decir que no podemos legislar la moralidad es simplemente auto-refutante. Todo el mundo en todas partes sabe intrínsecamente lo que está bien y lo que está mal. Mucha gente se daría cuenta de que es obvio hacer cumplir la ley para distinguir el bien del mal. Como dice Romanos 2:15, la ley de Dios está escrita en nuestros corazones. De esto también se hace eco nuestra Declaración de Independencia. Sin embargo, ¿de qué moralidad estamos hablando? En primer lugar, hay que determinar si la moral puede y debe legislarse.

¿Cómo se puede legislar la moral?

La brillantez de los padres fundadores consistió en evitar la inevitable oscilación pendular de la que son víctimas muchos gobiernos encontrando un término medio. En lugar de apelar a la religión o a un gobierno secular, apelaron a la ley moral para defender sus argumentos. Luego legislaron esas leyes y derechos inalienables en la constitución. Lo que hace esto tan inteligente es que prohíbe al gobierno establecer una religión nacional, pero no le impide establecer una moral nacional. Su apelación a la ley moral no se limita sólo a Estados Unidos. Apelan a una autoridad a la que muchas culturas y pueblos han apelado en el pasado. Los padres fundadores creían que estas libertades eran moralmente correctas y necesitaban ser preservadas a través de la legislación. Esto es, literalmente, ¡legislar la moralidad! Esto también está en la primera enmienda. El gobierno no puede establecer una religión apoyada por el estado y no obligará a la gente a practicar una religión en particular. A diferencia de la retórica política popular que escuchamos, esto no pretende callar a las personas religiosas.

Alerta de spoiler

Nadie necesita la Biblia para distinguir el bien del mal. Lo sabemos intrínsecamente. Por eso vemos que las culturas apelan de alguna forma a la ley moral. No se juntaron y decidieron esto. Separados por miles de kilómetros, a lo largo de todos los continentes, sin comunicarse nunca, la gente conocía esta ley.

¡Fascinante!

Sin embargo, eso no significa que no haya una supresión de esto en nuestro interior. Aquí es donde la cosa se enturbia. Esto no sólo vale para el humanista secular de extrema izquierda, sino también para la extrema derecha. A la hora de hacer normas en torno a la sociedad o individualmente, apelamos a esta ley. Pero no siempre es blanco o negro. Hay quienes quieren promulgar la ley del antiguo testamento en Estados Unidos. En el otro extremo, los humanistas seculares quieren restringir cualquier religión en nuestro país. Quieren eliminar cualquier apelación a un Ser Superior. Ambos están en un error.

Lo que debe legislarse es la ley moral.

Estas verdades evidentes concuerdan con muchos principios bíblicos debido a su fuente común: Dios. El propósito no es crear un país cristianizado. El propósito es crear uno moral. Esto deriva en una pregunta sobre la moral de quién. ¿Debe el individuo decidir por sí mismo lo que está bien o mal? ¿O debemos apelar a una norma superior a la nuestra? Esta es una cuestión central en este debate.

La cuestión es que sin Dios… Lo único que nos queda es el yo.

Como ha demostrado la historia, establecer un gobierno divino por la fuerza sobre los no creyentes no funciona y es bastante perjudicial. La misma idea se aplica al obligar a la gente a abandonar su brújula moral por los vicios. El humanismo secular refuerza la deseada autoridad del “yo”. Como dice Natasha Crain en su libro Faithfully Different (Fielmente diferente), los sentimientos son la guía definitiva, la felicidad es el objetivo último, juzgar es el pecado último y Dios es la conjetura última. Por ejemplo, ésta es la razón por la que cuando debatimos con alguien que está a favor del aborto, no puede decir en última instancia cuándo comienza la vida o qué hay exactamente en el vientre de la madre. Deben apelar a la perspectiva subjetiva de la madre y decir que le corresponde a ella decidir qué es. En última instancia, deben suspender la verdad y la realidad para ser coherentes con el humanismo secular.

El bien y el mal no se determinan. Se descubren. La ley moral es auto-evidente, pero la gente tiene una manera de suprimir esto cuando interfiere con sus propios deseos. Como ya se ha dicho, cuando se fundó nuestro país y se redactó la Declaración de Independencia, Thomas Jefferson apeló a la ley moral. Esto evita la intolerancia de un gobierno altamente religioso y el relativismo moral de un gobierno secular. Está claro en qué dirección está oscilando el péndulo en nuestro país y por qué la apelación a la ley moral en la que se basó nuestro país es la respuesta obvia. Esto sólo funciona si la gente realmente sigue estas reglas.

La ley moral no es una moralidad inventada, sino heredada. Si quitamos esta ley, no hay una norma estándar objetiva. En otras palabras, los relativistas no tienen realmente “moralidad”. La moral es hacer lo que es correcto, no lo que alguien encuentra deseable para su vida o situación en particular. 

Recursos recomendados en Español:

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek 

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Melissa Dougherty es una apologista cristiana más conocida por su canal de YouTube como ex new ager. Tiene dos licenciaturas, una en Educación Multicultural Infantil y otra en Artes Liberales. Actualmente cursa una licenciatura en Estudios Religiosos en el Seminario Evangélico del Sur.

Traducido por Yatniel Vega García
Editado por Mónica Pirateque

Fuente original del blog: https://bit.ly/3o0VZQo

 

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