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Por Ryan Leasure

Este artículo es el quinto  de una serie de nueve partes sobre cómo conseguimos nuestra Biblia. En la primera parte se analizó la inspiración y la inerrancia. En la segunda parte se analizó el desarrollo del Antiguo Testamento. La tercera parte examinó el canon del Antiguo Testamento y los apócrifos. En la cuarta parte se examinaron los atributos canónicos de los libros del Nuevo Testamento. En este artículo se explica cómo la Iglesia primitiva recibió el canon del Nuevo Testamento.

Marción (85-160 d.C.)

Antes de entrar en la recepción corporativa del canon, es necesario decir unas breves palabras sobre Marción. Según el historiador de la Iglesia Henry Chadwick, Marción fue “el más radical y para la Iglesia el más formidable de los herejes”[i] ¿Cuál era la herejía de Marción? Promovía el gnosticismo, es decir, la creencia de que el dios que creó el mundo era malo y, por tanto, el AT era malo. Esta creencia llevó a Marción a rechazar todo el AT y la mayoría de las partes del NT que hablan positivamente del AT.

Por lo tanto, el canon de Marción incluía una versión mutilada de Lucas que dejaba fuera todas las referencias positivas al AT, así como cualquier indicio de que Jesús pudiera haber sido realmente un humano físico. El gnosticismo, después de todo, enseñaba que el mundo físico era malo. Jesús, entonces, sólo parecía ser humano -un punto de vista conocido como Docetismo.

La Iglesia rechazó universalmente a Marción. Ningún padre de la iglesia tiene nada remotamente positivo que decir sobre él. De hecho, después de que Marción hiciera una considerable donación a la iglesia de Roma, se la devolvieron tras conocer sus opiniones heréticas.

¿Cuándo recibió la Iglesia el canon?

El llamado canon de Marción sugiere que la Iglesia ya tenía algún tipo de canon funcional a mediados del siglo II. Lo que plantea una pregunta importante: ¿Cuándo recibió la Iglesia el canon del NT? La respuesta a esta pregunta depende en gran medida de cómo se defina el canon. Michael Kruger da tres definiciones:[ii]

Canon exclusivo – La Iglesia solidificó los límites canónicos en el siglo IV.

Canon funcional – Los textos canónicos fundamentales funcionaban con autoridad en el siglo II.

Canon ontológico – Los textos tenían autoridad desde que los apóstoles terminaron de escribirlos.

El resto de este post se centrará principalmente en el canon funcional y un poco en el canon exclusivo. Para más información sobre el canon ontológico, véase el primer artículo de esta serie sobre la inspiración de los textos bíblicos. En ese artículo, llamo la atención sobre el hecho de que los autores bíblicos eran conscientes de que estaban escribiendo una Escritura con autoridad.

La recepción del canon del Nuevo Testamento

En el espacio restante, voy a argumentar que la iglesia reconoció la mayor parte del NT como fidedignoen el siglo II. Posteriormente, la Iglesia afirmó los márgenes del canon en el siglo IV. Para apoyar esta afirmación, consideraré cuatro puntos clave.

  1. Declaraciones de los Padres de la Iglesia

Varias declaraciones de los padres de la iglesia sugieren que reconocían ciertos textos como autorizados. Ireneo (180 d.C.), por ejemplo, señala: “No es posible que los evangelios puedan ser ni más ni menos que el número que son. Porque como hay cuatro zonas del mundo en que vivimos y cuatro vientos principales… 2025 también los querubines tenían cuatro caras”[iii]. Si bien podemos rascarnos la cabeza ante la lógica de Ireneo, una cosa es segura: él creía que cuatro y sólo cuatro Evangelios tenían autoridad.

Justino Mártir (150 d.C.) también reconoció su autoridad cuando mencionó que la iglesia leía estos textos en el culto comunitario junto al AT. Señala: “Y en el día llamado domingo, todos los que viven en las ciudades o en el campo se reúnen en un lugar, y se leen las memorias de los apóstoles o los escritos de los profetas, siempre que el tiempo lo permita”[iv]. Nadie cuestiona que la iglesia primitiva reconociera la autoridad del AT. El hecho de que leyeran textos del NT junto con el AT sugiere que creían que ambos eran Escrituras.

Ignacio (110 d.C.) reconoce la autoridad de los apóstoles frente a la suya cuando dice: “No os mando como Pedro y Pablo. Ellos fueron apóstoles, yo estoy condenado”[v]. Ignacio fue un influyente líder eclesiástico en el siglo II. Pero incluso él reconoció que los escritos de Pedro y Pablo estaban en un nivel totalmente distinto al suyo.

Al examinar detenidamente los primeros padres de la iglesia, encontrarás varias citas que hacen referencia a la autoridad de los textos del NT.

  1. Apelación a los textos como si fueran la Escritura

Los primeros padres de la Iglesia no sólo afirman que los textos del Nuevo Testamento eran fidedignos, sino que también apelan a ellos como Escrituras de inspiración divina. La Epístola de Bernabé (130 d.C.), por ejemplo, utiliza la fórmula “está escrito” cuando cita el Evangelio de Mateo. Es bien sabido que los autores del NT emplean con frecuencia esta fórmula cuando citan un texto del AT. La Epístola de Bernabé dice: “Como está escrito: Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos”[vi].

Policarpo (110 d.C.) hace una referencia aún más explícita. Señala: “Como está escrito en estas Escrituras: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”[vii]. Curiosamente, Policarpo cita dos textos y se refiere a ambos como “Escritura”. El primer texto era el Salmo 4:5, y el segundo era Efesios 4:26.

De hecho, entre mediados y finales del siglo II, unos cuantos padres de la Iglesia conocidos apelan a un conjunto básico de libros canónicos, indicando que creían que esos libros eran de hecho Escritura. Ireneo apela a los siguientes libros como Escritura:

Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 1 Juan, 2 Juan y Apocalipsis.[viii]

Sólo faltan Filemón, 2 Pedro, 3 Juan y Judas.

Igualmente, Clemente de Alejandría apela a los siguientes libros como Escritura:

Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, 1 Pedro, 1 Juan, 2 Juan, Judas y Apocalipsis.[ix]

Sólo faltan Santiago, 2 Pedro y 3 Juan.

Alrededor del año 250 d.C., Orígenes nos da una lista canónica completa en su homilía sobre Josué. Fíjate bien en todos los libros a los que hace referencia:

Pero cuando viene nuestro Señor Jesucristo, cuya llegada designó aquel anterior hijo de Nun, envía a los sacerdotes, sus apóstoles, portando “trompetas martilladas”, la magnífica y celestial instrucción de la proclamación. Mateo hizo sonar primero la trompeta sacerdotal en su Evangelio; Marcos también; Lucas y Juan tocaron cada uno sus propias trompetas sacerdotales. Incluso Pedro grita con trompetas en dos de sus epístolas; también Santiago y Judas. Además, Juan también toca la trompeta a través de sus epístolas 2025, y Lucas, al describir los Hechos de los Apóstoles. Y ahora viene el último, el que dijo: “Creo que Dios nos muestra a los apóstoles en último lugar”, y en catorce de sus epístolas, tronando con trompetas, derriba los muros de Jericó y todos los artificios de la idolatría y los dogmas de los filósofos, hasta los cimientos[x].

Notarás que Orígenes atribuye a Pablo catorce cartas en lugar de trece. La explicación más probable de este error es la creencia común de que Pablo escribió el libro de Hebreos.

  1. Evidencia de los manuscritos

Uno de los mejores indicios de que los libros del NT funcionaban con autoridad en los siglos II y III es la cantidad de manuscritos existentes que tenemos en nuestro poder. En este momento, tenemos más de sesenta manuscritos del NT de los siglos II y III. El Evangelio de Juan es el que más tiene, con dieciocho. Mateo es el segundo con doce. En comparación, tenemos diecisiete manuscritos de los siglos II y III de todos los textos apócrifos combinados. En otras palabras, tenemos más manuscritos de Juan que de todos los libros apócrifos juntos. El texto apócrifo con más manuscritos es el Evangelio de Tomás, que tiene tres.

La cantidad de manuscritos existentes indica qué libros utilizaba la iglesia con más frecuencia. Juan y Mateo fueron aparentemente los dos libros más populares en la iglesia primitiva, según el número de manuscritos existentes que poseemos. El hecho de que casi no  tengamos manuscritos apócrifos indica que la Iglesia primitiva no los utilizaba mucho.

También hay que destacar el hecho de que todos los manuscritos del Nuevo Testamento de los siglos II y III están en formato de códice (precursor de los libros modernos). Ninguno está en un pergamino. Dicho esto, el pergamino era la forma de libro más popular de los siglos II y III. Con el tiempo, a medida que el cristianismo crecía, el códice se convirtió en la forma de libro dominante en el mundo antiguo.

Aunque ninguno de los textos del Nuevo Testamento está en un pergamino, los textos apócrifos sí lo están. Además, como el códice permitió a la Iglesia colocar cómodamente varios libros en un solo códice, tenemos varios códices con múltiples Evangelios y cartas de Pablo. El P46, por ejemplo, es una colección de nueve cartas de Pablo. El P75 contiene Lucas y Juan. P45 es un códice con cuatro Evangelios. No tenemos ningún códice que combine los evangelios canónicos y los apócrifos. En otras palabras, ningún manuscrito tiene Mateo, Marcos, Lucas, Juan y Tomás. Los manuscritos nos dicen todo lo que necesitamos saber sobre los libros que la iglesia primitiva consideraba autorizados.

  1. Listas canónicas

En 1740, Lodovico Antonio Muratori publicó una lista en latín de los libros del NT conocida como el Fragmento Muratoriano. Este fragmento contiene una lista canónica temprana que la mayoría remonta a la iglesia del siglo II en Roma. El canon incluye los siguientes libros:

Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, Filemón, 1 Juan, 2 Juan, Judas y Apocalipsis.

Sólo faltan Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro y 3 Juan. Esta lista, junto con las listas de los primeros padres de la iglesia, indica que la iglesia del siglo II reconoció un grupo central de libros canónicos a mediados o finales del siglo II. Sólo faltan algunos libros marginales. Con el paso del tiempo, la iglesia acabó afirmando el canon de veintisiete libros que tenemos hoy.

Alrededor del año 320, el historiador de la Iglesia Eusebio dio una lista canónica que subdividió en cuatro categorías:[xi]

Libros reconocidos: Eusebio señala que estos libros eran universalmente aceptados.

Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, 1 Pedro, 1 Juan y Apocalipsis.

Libros controvertidos: Eusebio comentó que estos libros eran “discutidos pero conocidos por la mayoría”.

Santiago, 2 Pedro, 2 Juan, 3 Juan y Judas

Libros espurios: Eusebio señala que se trata de libros que la iglesia primitiva consideró útiles, pero que no eran Escrituras.

Hechos de Pablo, Pastor de Hermes, Apocalipsis de Pedro, Epístola de Bernabé, Didajé y Evangelio de los Hebreos

Libros heréticos: Eusebio dice que estos libros han sido universalmente rechazados.

Evangelio de Pedro, Evangelio de Tomás, Hechos de Andrés, Hechos de Juan y Evangelio de MatíasObsérvese que entre los libros reconocidos y los controvertidos que eran “conocidos por la mayoría”, está presente todo el canon del Nuevo Testamento. También vale la pena señalar que Eusebio creía que los libros heréticos eran totalmente repulsivos. Considere sus palabras:

Nos hemos sentido obligados a dar este catálogo para que podamos conocer tanto estas obras como las que son citadas por los herejes bajo el nombre de los apóstoles, incluyendo, por ejemplo, libros como los Evangelios de Pedro, de Tomás, de Matías, o de cualquier otro además de ellos, y los Hechos de Andrés y Juan y de los otros apóstoles, que nadie perteneciente a la sucesión de escritores eclesiásticos ha considerado digno de ser mencionado en sus escritos. Y además, el carácter del estilo está en desacuerdo con el uso apostólico, y tanto los pensamientos como el propósito de las cosas que se relatan en ellos están tan completamente fuera de acuerdo con la verdadera ortodoxia que claramente se muestran como ficciones de los herejes. Por lo tanto, no deben ser colocados ni siquiera entre los escritos rechazados, sino que todos ellos deben ser desechados como absurdos e impíos.

En otras palabras, no fue que estos libros “casi”  entraron en el canon. El canon no se redujo a una votación arbitraria. La iglesia rechazó estos libros desde muy temprano debido a su naturaleza diabólica.

Siguiendo a Eusebio, Atanasio dio una lista canónica completa con los veintisiete libros en el año 367. En los años 393 y 397, los concilios de Hipona y Cartago también afirmaron los veintisiete libros en el canon.

Reconocido No determinado

Para terminar, quiero aclarar un punto importante. La iglesia no concedió autoridad a ningún texto del NT. Se limitó a reconocer los libros que ya tenían autoridad en la iglesia. Como dice J. I. Packer, “La Iglesia no nos dio el canon del Nuevo Testamento como Sir Isaac Newton no nos dio la fuerza de la gravedad. Dios nos dio la gravedad… Newton no creó la gravedad, sino que la reconoció”.

En el próximo post, pasaremos a la preservación del texto del NT. En concreto, examinaremos la tradición de los manuscritos y la crítica textual.

Notas de pie de página:

[i] Henry Chadwick, The Early Church, 39.

[ii] Michael Kruger, The Question of Canon, 29-46.

[iii] Irenaeus, Against Heresies, 3.11.8.

[iv] Justin Martyr, First Apology, 67.3.

[v] Ignatius, Romans. 4:4.

[vi] Epistle of Barnabas 4.14.

[vii] Polycarp, Philippians, 12.1.

[viii] Michael Kruger, Canon Revisited, 228.

[ix] Michael Kruger, The Question of Canon, 168.

[x] Origen, Homily on Joshua 7.1.

[xi] Eusebius, Church History, 3.25.1-7.

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Ryan Leasure tiene un Máster en Artes por la Universidad de Furman y un Máster en Divinidad por el Southern Baptist Theological Seminary. Actualmente, es candidato a Doctor en Ministerio en el Seminario Teológico Bautista del Sur. También sirve como pastor en Grace Bible Church en Moore, SC.

Fuente Original del blog: https://bit.ly/3Uo2SWG

Traducido por Jennifer Chavez 

Editado por Mónica Pirateque

 

Por Sean Mcdowell

En la reciente actualización del clásico libro de mi padre Evidencia que demanda un veredicto, comenzamos con un capítulo sobre la singularidad de la Biblia. Sin duda, en comparación con todos los libros que se han escrito, la Biblia es única en varios aspectos, como la autoría, los géneros literarios, la traducción, la producción geográfica, la circulación, la supervivencia y el impacto. La Biblia es realmente una categoría propia.

Sin embargo, hace poco leí un nuevo libro (que forma parte de una serie más amplia de libros que se publicarán este otoño con motivo de la inauguración del Museo de la Biblia en Washington D.C.) sobre la influencia de la Biblia en acontecimientos históricos claves. El libro se titula 99 Earth-Shattering Events Linked to the Bible, y es fascinante.

Los autores muestran cómo la Biblia desempeñó un papel fundamental en los descubrimientos científicos, en los viajes de la antigüedad, en la fundación de las universidades y en otros aspectos. Aquí están cinco de mis ejemplos favoritos:

1. Los puritanos fundan Harvard.

El 8 de septiembre de 1636, los puritanos fundaron la primera institución de enseñanza superior en las colonias americanas, la Universidad de Harvard. El propósito era entrenar a los pastores para que sirvieran a sus iglesias recién fundadas. Según los fundadores, “una de las siguientes cosas que anhelábamos y buscábamos era hacer avanzar el aprendizaje y perpetuarlo a la posteridad; temiendo dejar un ministerio analfabeto a las iglesias cuando nuestros actuales ministros yacieran en el polvo”.

2. Un monje cristiano ayuda a abolir los juegos de gladiadores.

En el siglo V d.C., un monje cristiano llamado Telémaco viajó a Roma y asistió a los juegos de gladiadores. Se sintió horrorizado y profundamente perturbado por el derramamiento de sangre y la falta de valor de la vida humana, que contradecía el mandato bíblico de no matar (Éxodo 20:13). Se precipitó a la arena, pidiendo que los juegos se detuvieran, pero en un alboroto por la perturbación, la multitud lo apedreó hasta la muerte. Debido a su valiente postura, el emperador romano Honorio abolió los juegos tres días después.

3. La Carta Magna inspira los derechos humanos universales.

A principios de los años 1200, el rey Juan firmó la Carta Magna en Inglaterra, que declaraba por primera vez que los reyes estarían sujetos a la ley, y no por encima de ella. Aunque en un principio no tuvo éxito, “…fue revisada en años posteriores y acabó estableciendo una norma, basada en la Biblia, que estableció los cimientos del sistema inglés de derecho común”. Hoy, nuestra moderna sociedad democrática sigue cosechando sus beneficios”.

4. Copérnico revela el orden en el universo.

Copérnico estaba convencido de que el mundo natural fue diseñado por un creador (Salmos 19:1-2). Dijo: “El universo ha sido forjado para nosotros por un Creador supremamente bueno y ordenado”. Con la publicación de su libro Sobre las revoluciones, Copérnico desafió la creencia de que el sol gira alrededor de la tierra. No lo hizo para perjudicar a la iglesia o a la universidad, sino para proclamar la verdad que había descubierto a través de su trabajo científico. Muchos consideran a Copérnico el fundador de la astronomía moderna.

5. Johann Sebastian Bach compone música impresionante.

Bach es uno de los compositores más influyentes de la historia del mundo. Matthew Passionis está considerada como uno de los mayores logros de la civilización occidental. Bach se dedicó e inspiró por la Biblia. En los márgenes de su Biblia, junto a 1 Crónicas 25, escribió: “Este capítulo es el verdadero fundamento de toda la música que agrada a Dios”.

Estos cinco son sólo una pequeña muestra de la influencia que la Biblia ha tenido en la historia del mundo. También dio forma al desarrollo de la Cruz Roja, motivó la firma de la Proclamación de Emancipación, inspiró el movimiento de los derechos civiles y mucho más.

Estos ejemplos no demuestran que la Biblia sea verdadera, por supuesto. Pero sí demuestran que el libro ha moldeado más vidas y culturas que cualquier otro libro en la historia del mundo. Si no la has leído, ¿no crees que es hora de ver personalmente por qué este libro ha sido tan influyente?

¿Y no sólo la has leído, sino que has considerado la evidencia de que la Biblia es realmente cierta? El impacto de la Biblia es sorprendente para las personas que no son conscientes de su impacto. Del mismo modo, si usted no está familiarizado con las pruebas, creo que también se sorprenderá gratamente.

Notas de pie de página:

1. Christopher Hudson, editor, 99 Earth-Shattering Events Linked to the Bible(Washington D.C., Museo de la Biblia, publicado por Worthy Publishing Group, 2017), 20.

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Sean McDowell, Ph.D., es profesor de Apologética Cristiana en la Universidad de Biola, autor de best-sellers, conferenciante popular, profesor de secundaria a tiempo parcial y becario residente de Summit Ministries, California. Síguelo en Twitter: @sean_mcdowell y su blog: seanmcdowell.org.

Traducido por Jennifer Chavez 

Editado por Monica Pirateque 

 

Por Brian G. Chilton

Durante casi diez años, he tenido el honor de ofrecerles razones para creer en la resurrección de Jesús. Ahora me encuentro al final de una licenciatura en estudios teológicos y apologéticos. Para algunos, la educación avanzada tiende a hacer que uno dude de su posición con el tiempo. Sin embargo, ese no ha sido el caso para mí y la resurrección de Jesús.

En los últimos años, he encontrado cinco nuevas razones de peso para creer que la resurrección de Jesús fue un acontecimiento histórico legítimo. Estos cinco argumentos pueden o no ser nuevos para el lector, pero se volvieron nuevos para mí a través de mi investigación y son más nuevos que algunos de los argumentos anteriores dados sobre la resurrección en artículos anteriores. Sin más preámbulos, considere los siguientes cinco nuevos argumentos a favor de la resurrección de Jesús.

La naturaleza inesperada de la resurrección

El primer argumento es una de las mejores pruebas de la resurrección que nunca había considerado. He aquí, que nadie en la época de Jesús esperaba que el Mesías se levantara de entre los muertos. En el Evangelio de Mateo, los líderes judíos argumentan que los discípulos robaron el cuerpo de Jesús (Mateo 28:11-15). De todas las teorías alternativas sobre la resurrección, ésta es por mucho la más convincente. Independientemente de que se sostenga que los discípulos robaron el cuerpo de Jesús, que inventaron la historia o que fingieron la muerte de Jesús, hay un aspecto que los escépticos no tienen en cuenta. Nadie en el primer siglo anticipó la inminente resurrección de Jesús. Esto es evidente en el encuentro de Jesús con Marta en la tumba de Lázaro. Recordemos que cuando Jesús le preguntó a María si creía que Lázaro se levantaría de entre los muertos, ella respondió: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final” (Jn. 11:24 LBLA). La respuesta de Marta representaba la posición típica de los fariseos y los esenios. Josefo señala que la gran mayoría de la población del Israel del siglo I era farisea.

N.T. Wright aporta dos razones por las que la resurrección fue inesperada en el siglo I. Por un lado, los creyentes que vivían en los tiempos del judaísmo del Segundo Templo preveían que la resurrección traería consigo la “restauración de Israel… 2025 la nueva vida encarnada de todo el pueblo de YHWH”. Por otro lado, nadie en la época relacionaba al Mesías con la resurrección. El concepto de que el Mesías resucitara al tercer día, aunque pudiera estar reflejado en los textos del AT hasta cierto punto, no era en absoluto esperado por los creyentes de esta época. Por lo tanto, la falta de previsión de una resurrección supone un golpe fatal para cualquier teoría que proyecte a los primeros cristianos como aquellos que planificaron tal experiencia. ¿Por qué fingir algo que no creían que fuera a suceder en primer lugar?

Múltiples fuentes independientes

Cuando se trata de cualquier acontecimiento de la historia, es importante contar con la atestación de múltiples fuentes. Cuantos más ojos se tengan sobre un acontecimiento, más precisa será la verdad que se pueda preservar. Cuando se trata de la resurrección, tenemos múltiples fuentes que apuntan a que la resurrección de Jesús es un hecho histórico. Primero, tenemos las cuatro fuentes independientes que se encuentran en los Evangelios. Mateo, Marcos, Lucas y Juan proporcionan relatos únicos de las apariciones de Jesús en la resurrección. Mateo relata el encuentro de Jesús con los discípulos en Galilea después de la resurrección. Marcos informa sobre las mujeres en la tumba y su misterioso encuentro con los ángeles en la tumba. Lucas proporciona múltiples relatos que no se conservan en los otros Evangelios, incluido el encuentro de los dos discípulos con Jesús en el camino de Emaús (Lc. 24:13-35). Juan ofrece múltiples relatos que no se incluyen en los otros Evangelios, como el encuentro de Tomás con Jesús (Jn. 20:24-29), el encuentro de Jesús con los discípulos en el Mar de Galilea, la reincorporación de Pedro por Jesús (Jn. 21:15-19) y la pregunta de Pedro a Jesús sobre el ministerio de Juan (Jn. 21:20-23).

Además de los Evangelios, una quinta fuente se encuentra en el credo primitivo de 1 Corintios 15:3-9. El credo primitivo proporciona información adicional sobre las apariciones de Jesús en la resurrección. Habla del encuentro de Pedro con Jesús resucitado (1 Cor. 15:5), del encuentro entre Jesús y Santiago (1 Cor. 15:7) y de su aparición ante más de 500 personas (1 Cor. 15:6). Una sexta fuente se encuentra en los resúmenes de los sermones de Pedro en el libro de los Hechos (Hechos 2:14-41 y 3:12-26). Una séptima fuente se encuentra en el resumen del sermón de Esteban (especialmente en Hechos 7:52 y 7:59-60). Por último, una octava fuente se encuentra en los resúmenes de los sermones de Pablo. En el primer resumen del sermón de Pablo, éste habla incluso de la tumba vacía de Jesús (Hechos 13:29). Max Wilcox ha encontrado de forma convincente numerosos semitismos en los resúmenes de los sermones de Hechos 1-15 que en gran medida no se encuentran en el resto del libro. Por lo que los sermones de estos capítulos proceden de resúmenes anteriores que son anteriores a la composición del libro de los Hechos. Dado que una buena estimación de la datación de los Hechos es de mediados de los años 60, se puede decir que estos resúmenes son muy anteriores. El hecho de que hablen de la resurrección de Jesús proporciona una razón más para adoptarla como un evento genuino de la historia.

Testimonio extremadamente temprano

El estudio de los credos tempranos del NT está cobrando fuerza. Aunque pueda afirmar lo contrario, el erudito del NT y autoproclamado ateo-agnóstico Bart Ehrman escribió que Pablo recibió los credos (por ejemplo, 1 Cor. 15:3-9) mientras estaba en Jerusalén en el año 35 o 36 d.C. Continúa diciendo que “las tradiciones que [Pablo] heredó, por supuesto, eran más antiguas que eso y por lo tanto deben datar de un par de años más o menos después de la muerte de Jesús”. Dado que los primeros credos afirman sin reservas la resurrección corporal literal de Jesús, esto proporciona una evidencia firme de que los primeros discípulos creían que Jesús había resucitado de entre los muertos. El resumen del sermón de Pablo también afirmaba la creencia de que la tumba de Jesús estaba vacía, como se señaló anteriormente. En el caso de muchos, si no la mayoría, de los primeros credos, estamos hablando de que circularon entre unos meses y unos años después de la crucifixión de Jesús. Los credos que se encuentran en las epístolas paulinas surgieron de la información que Pablo obtuvo de su interacción con la Iglesia de Jerusalén un par de años después de su conversión (Gal. 1:18). Pasó dos semanas con Pedro y Santiago aprendiendo sobre las enseñanzas y doctrinas de Cristo. Como señala C. H. Dodd, “podemos suponer que no se pasaron todo el tiempo hablando del clima”. Así pues, la proclamación de que Jesús había resucitado de entre los muertos llegó muy pronto desde el lugar donde Jesús había sido crucificado. Los detalles de los resúmenes de los primeros sermones de los Hechos y los credos de las epístolas de Pablo constituyen un argumento completo y convincente de la predicación temprana de la resurrección. Cuando se combina con el primer argumento, es difícil encontrar otra explicación fuera del hecho de que Jesús resucitó literalmente de entre los muertos.

La única cristología escatológica primitiva

Por último, se ha observado que la cristología más antigua es la más elevada cristología. Además, las primeras tradiciones de Jesús respaldan la idea de que Jesús habló de una figura escatológica que introduciría el reino de Dios. Esta figura escatológica se conoce como el Hijo del Hombre. Podría decirse que el Hijo del Hombre constituye el núcleo cristológico de Q – un Evangelio teórico que precede a los Evangelios canónicos. Parte de esta tradición primitiva incluye el comentario de Jesús de que, al igual que “Jonás estuvo en el vientre del gran pez tres días y tres noches, el Hijo del Hombre estará en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:40). La figura del Hijo del Hombre se encuentra casi exclusivamente en las enseñanzas de Jesús. Por lo tanto, esta fue una enseñanza única de Jesús. La figura del Hijo del Hombre no sólo se relaciona con que Jesús es el regente de Dios que trae el reino de Dios a la tierra, sino que también habla de su glorificación, que se relaciona con su resurrección. Por lo tanto, la predicación de Jesús sobre la resurrección fue recordada y preservada por los primeros discípulos debido al cumplimiento literal de Jesús de esta promesa única e inesperada.

Conclusión

Algunos de estos argumentos pueden ser nuevos para usted y otros no. Algunos de estos aspectos se desarrollarán más en mi disertación pendiente. No obstante, la naturaleza única e inesperada de la resurrección, la predicación temprana de la resurrección, las múltiples fuentes y la identificación escatológica temprana de Jesús con la resurrección hablan con fuerza de la probabilidad de que Jesús resucitó literalmente de entre los muertos el primer domingo de Pascua. Mi esperanza es que estos argumentos a favor de la resurrección de Jesús, además de los argumentos clásicos, fortalezcan su fe y le ofrezcan la esperanza de que hay una vida más allá de esta mera existencia mortal.

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Brian G. Chilton es el fundador de BellatorChristi.com y es el anfitrión de The Bellator Christi Podcast. Recibió su Maestría en Divinidades en Teología de la Universidad Liberty (con alta distinción); su Licenciatura en Ciencias en Estudios Religiosos y Filosofía de la Universidad Gardner-Webb (con honores); y recibió la certificación en Apologética Cristiana de la Universidad Biola. Actualmente, Brian está inscrito en el programa de doctorado en Teología y Apologética de la Universidad Liberty. Brian ha estado en el ministerio por más de 15 años y sirve como pastor en el noroeste de Carolina del Norte.

Fuente Original del blog: https://bit.ly/3wRX4fh

Traducido por Jennifer Chavez 

Editado por Monica Pirateque 

 

Por Frank Turek

Durante muchos años, el concilio de Nicea ha sido objeto de mucha confusión entre los laicos. Los malentendidos que han llegado a asociarse con el concilio de Nicea han sido alimentados, en parte, por novelas de ficción populares como el tristemente célebre Código Da Vinci de Dan Brown. Independientemente del grupo con el que estés tratando en tus hazañas apologéticas (incluyendo ateos, musulmanes, testigos de Jehová y unitarios), está casi garantizado que te encontrarás con algunos de estos malentendidos. Por esta razón, es importante que los cristianos estudien y aprendan la historia de la Iglesia para poder corregir los mitos y mentiras comunes.

El concilio de Nicea se convocó el 20 de mayo de 325 d.C., a petición del emperador Constantino. ¿Qué se discutió en el concilio de obispos? En contra de la idea errónea (popularizada sobre todo en los círculos musulmanes) que ha circulado ampliamente por Internet, el concilio de Nicea no se reunió para discutir el canon de las Escrituras, es decir, la decisión sobre los libros que debían componer el Nuevo Testamento. De hecho, no hay ni una sola prueba de que el canon de las Escrituras se planteara en Nicea. Otro concepto erróneo es que el concilio de Nicea, alentado por Constantino, “inventó” la deidad de Cristo o, al menos, que los obispos que asistieron a Nicea estaban significativamente divididos sobre el tema, y que el asunto se decidió con una votación. Sin embargo, esto también es completamente inexacto. En el año 325 d.C., cuando los obispos se reunieron en Nicea, ¡la deidad de Cristo había sido afirmada casi unánimemente por el movimiento cristiano durante casi trescientos años!

Los obispos que se reunieron en Nicea acababan de salir de una época extremadamente difícil de intensa persecución por parte de los romanos, habiendo vivido la crueldad de los emperadores Diocleciano (que gobernaba en 284-305) y Maximiano (que gobernaba en 286-305). Uno de los obispos presentes en Nicea, Paphnutius, llegó a perder el ojo derecho y a cojear de la pierna izquierda como consecuencia de su profesión de fe. Según un escritor en la antiguedad, Teodoreto (393-457),

“Pablo, obispo de Neo-César, una fortaleza situada a orillas del Éufrates, había sufrido la furia frenética de Licinio. Había sido privado del uso de ambas manos mediante la aplicación de un hierro candente, por el cual los nervios que dan movimiento a los músculos habían sido contraídos y muertos. A algunos les habían sacado el ojo derecho, otros habían perdido el brazo derecho. Entre ellos estaba Paphnutius de Egipto. En resumen, el Consejo parecía un ejército de mártires reunido”.

Me resulta extraño, por tanto, que se suponga que el movimiento cristiano primitivo, salido de tiempos tan difíciles como aquellos, capitulara tan fácilmente ante las exigencias del emperador Constantino respecto a la definición de los propios fundamentos de su fe!

La historia del concilio de Nicea comienza en Alejandría, en el noroeste de Egipto. El arzobispo de Alejandría era un hombre llamado Alejandro. Un miembro de su clero superior, llamado Arrio, se opuso a la opinión de Alejandro sobre la naturaleza divina de Jesús, insistiendo en que el Hijo es, de hecho, un ser creado. De forma similar a los modernos Testigos de Jehová, Arrio sostenía que Jesús era como el Padre en la medida en que ambos existían antes de la creación, desempeñaban un papel en la creación y eran exaltados por encima de ella. Pero el Hijo, según la teología de Arrio, fue la primera de las creaciones de Dios y fue encargado por el Padre de crear el mundo.

En este punto, Alejandro no estaba de acuerdo y desafió públicamente las enseñanzas heréticas de Arrio. En el año 318 d.C., Alejandro convocó a un centenar de obispos para tratar el asunto y expulsar a Arrio. Sin embargo, Arrio fue a Nicomedia, en Asia Menor, y reunió a sus partidarios, entre ellos Eusebio de Nicomedia, que era pariente por matrimonio de Constantino, el emperador, y teólogo de la corte imperial. Eusebio y Arrio escribieron a muchos obispos que no habían participado en la destitución de Arrio. El efecto fue la creación de divisiones entre los obispos. Avergonzado por estas disputas, el emperador Constantino convocó el concilio ecuménico de Nicea en el año 325.

La principal preocupación de Constantino era la unidad imperial más que la exactitud teológica, y deseaba una decisión que fuera apoyada por el mayor número de obispos, independientemente de la conclusión a la que se llegara. Su asesor teológico, Hosius, sirvió para poner al emperador al corriente antes de la llegada de los obispos. Como Arrio no era obispo, no fue invitado a participar en el concilio. Sin embargo, su partidario Eusebio de Nicomedia actuó en nombre de Arrio y presentó su punto de vista.

La posición de Arrio respecto a la naturaleza finita del Hijo no era popular entre los obispos. Sin embargo, quedó claro que era necesaria una declaración formal sobre la naturaleza del Hijo y su relación con el Padre. La verdadera cuestión en el concilio de Nicea fue, pues, cómo, y no si, Jesús era divino.

Finalmente se elaboró una declaración formal que fue firmada por los obispos. Los que se negaron a firmar la declaración fueron despojados de su rango de obispo. Los pocos que apoyaban a Arrio insistieron en que en la declaración sólo debía figurar el lenguaje encontrado en las Escrituras, mientras que los críticos de Arrio insistieron en que sólo el lenguaje no bíblico era adecuado para desentrañar plenamente las implicaciones del lenguaje encontrado en la Biblia. Fue Constantino quien finalmente sugirió que se dijera que el Padre y el Hijo eran de la “misma sustancia” (homoousios en griego). Aunque Constantino esperaba que esta afirmación mantuviera contentas a todas las partes (implicando la completa deidad de Jesús sin ir más lejos), los partidarios de Arrio insistieron en que este lenguaje sugería que el Padre y el Hijo eran iguales, pero no explicaban cómo esto era compatible con el principio central del monoteísmo (es decir, la creencia en una sola deidad).

Sin embargo, el credo de Nicea sí incorporó este lenguaje. Decía,

“Creemos en un solo Dios, el Padre todopoderoso, creador de todas las cosas, visibles e invisibles; Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios, engendrado del Padre, unigénito, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado y no hecho, de una sola sustancia con el Padre, por el que todo surgió, lo que hay en el cielo y lo que hay en la tierra, que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó y se encarnó, haciéndose hombre, padeció y resucitó al tercer día, ascendió a los cielos y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos; Y en el Espíritu Santo. Pero en cuanto a los que dicen que existía cuando no era, y que antes de nacer no era, y que vino a la existencia de la nada, o que afirman que el Hijo de Dios es de una hipóstasis o sustancia diferente, o que es creado, o está sujeto a alteración o cambio; a éstos la Iglesia Católica los anatematiza”.

Con la excepción de dos (Segundo de Tolemaida y Teonas de Marmarcia), el credo fue firmado por todos los obispos, que eran más de 300. Los partidarios de Arrio habían sido derrotados de forma abrumadora.

Los partidarios de Arrio, sin embargo, se las arreglaron para encontrar un margen de maniobra. Una sola letra iota cambia el significado de homo (“igual”) a “como” (homoi). Esto último podía ser aprovechado por Arrio y sus seguidores para describir a un Cristo creado. Además, se argumentaba que el credo podía interpretarse como un apoyo al Sabelianismo, una antigua herejía que no discrimina entre las personas de la Divinidad. Fue esta disputa interna entre obispos la que finalmente condujo al concilio de Constantinopla en el año 381.

Un grupo de obispos comenzó a hacer campaña para la restitución formal de Arrio como presbítero en Alejandría. Constantino cedió a su petición y, en el año 332, reinstauró a Arrio como presbítero. Atanasio, que acababa de suceder a su mentor Alejandro como obispo de Alejandría, recibió instrucciones de aceptar a Arrio en la iglesia una vez más. No hace falta decir que Atanasio no cumplió esta orden. La consecuencia fue el exilio. Constantino tenía poco interés en la precisión de su teología – más bien era la lucha por la unidad imperial lo que le motivaba.

En conclusión, aunque las ideas erróneas populares sobre el concilio de Nicea están muy extendidas, la idea de que el concilio de Nicea determinó qué libros componían el nuevo testamento o que inventó la deidad de Cristo para cumplir con las exigencias de Constantino son mitos. De hecho, la teología correcta le importaba poco a Constantino, que se preocupaba mucho más por la unidad imperial. Los cristianos deben hacer un serio esfuerzo por estudiar y aprender la historia de la Iglesia, para que cuando nos encontremos con tales afirmaciones en los medios de comunicación y en nuestra evangelización personal, sepamos presentar un relato preciso de nuestra historia.

Recursos recomendados en Español: 

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

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El Dr. Frank Turek (D.Min.) es un galardonado autor y frecuente orador universitario que presenta un programa de televisión semanal en DirectTV y un programa de radio que se transmite en 186 estaciones de todo el país. Sus libros incluyen I Don’t Have Enough Faith to be an Atheist (No tengo suficiente fe para ser ateo) y Stealing from God:  Why atheists need God to make their case (Robando a Dios: ¿por qué los ateos necesitan a Dios para presentar su caso?) y es co-autor del nuevo libro Hollywood Heroes: How Your Favorite Movies Reveal God (Héroes de Hollywood: Cómo tus películas favoritas revelan a Dios).

Fuente Original del blog: https://bit.ly/3bsxSUw  

Traducido por Jennifer Chavez 

Editado por Monica Pirateque 

 

Por Erik Manning

Los escépticos dicen que los evangelios están plagados de contradicciones y que, por tanto, no son fuentes históricas fiables. Y estos mismos escépticos dicen que algunas de estas contradicciones son francamente absurdas. Por ejemplo, el erudito agnóstico del NT Bart Ehrman señala una de sus contradicciones bíblicas favoritas en su exitoso libro, Jesus, Interrupted (Jesús, interrumpido).

Una de mis aparentes discrepancias favoritas -he leído a Juan durante años sin darme cuenta de lo extraña que es esta- aparece en el “Discurso de despedida” de Jesús, el último discurso que Jesús dirige a sus discípulos, en su última comida con ellos, que ocupa todos los capítulos 13 a 17 del Evangelio según Juan. En Juan 13:36, Pedro le dice a Jesús: “Señor, ¿a dónde vas?”. Unos versos después, Tomás dice: “Señor, no sabemos a dónde vas” (Juan 14:5). Y unos minutos más tarde, en la misma comida, Jesús reprende a sus discípulos diciendo: “Ahora voy al que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?””. (Juan 16:5). O bien Jesús tenía una capacidad de atención muy corta o hay algo extraño en las fuentes de estos capítulos, lo que crea una extraña desconexión. Jesús, interrumpido, pp. 9 [1]

Así que ahí lo tienes. O Jesús o Juan estaban teniendo una “pifia cerebral”. Elija su opción.

¿Tenían Jesús o Juan un lapso de atención dolorosamente corto?

Si se mira la Biblia de forma mecánica, esta contradicción parece absurda a primera vista. Entonces, ¿cómo debemos entender esta supuesta discrepancia?

Me parece que el escritor de Juan está tratando con la reacción inmediata de los discípulos a las palabras de Jesús. La idea de su partida les llena de dolor, pero si hubieran preguntado a dónde iba y hubieran comprendido que era al Padre, habrían reconocido que era por el bien de Jesús y el suyo propio. Fíjate en el siguiente versículo: “Antes, porque os he dicho estas cosas, la tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.” (Jn 16,6-7 LBLA)

Si recordamos las veces anteriores en las que Jesús fue interrogado y que señala Ehrman, Pedro tenía un poco de complejo de guardaespaldas y no quería escuchar que Jesús se fuera solo. Así que cuando hace la pregunta en Juan 13:36 sobre a dónde va Jesús, no lo comprende.

Y en Juan 14:1-5, Jesús habla de ir a su Padre para prepararles lugar. Tomás hace una pregunta, pero es porque no capta lo que Jesús expone. No busca aclarar lo que  quiere decir Jesús con estas cosas. Y sabemos que Tomás es un poco lento para entender, como descubrimos más adelante en el Evangelio de Juan. Tomás y Pedro pensaban con naturalidad.

El silencio de los discípulos se volvió ensordecedor

Vemos que en Juan 14, Jesús es interrumpido con otra pregunta, pero no se le hace otra pregunta en Juan 15. Hasta ahora, Jesús ha mencionado su partida, pero luego, en Juan 15:22-16:4, habla de la persecución que les espera. Ya sabes, algunas cosas pesadas. Ahora sus corazones están apenados. La tristeza los lleva a callar después de haber sido tan inquisitivos antes.

Es en 16:5 cuando Jesús dice: “chicos… todavía no lo entienden. Se quedaron callados  con todas esas palabras duras de persecución y de que me iba. Pero no los voy a dejar solos. Estoy enviando al Espíritu en mi lugar. Ahora es el momento de volver a preguntar, pero esta vez seamos un poco más agudos y dejemos de lado el pesimismo sombrío”.

Después de esto, vuelven a interrumpir a Jesús dos veces más en Juan 16, demostrando que siguen sin entender de qué está hablando. Lee Juan 16:17-19:

Entonces algunos de sus discípulos se decían unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: «Un poco más, y no me veréis, y de nuevo un poco, y me veréis» y «Porque yo voy al Padre»?  Por eso decían: ¿Qué es esto que dice: «Un poco»? No sabemos de qué habla.  Jesús sabía que querían preguntarle, y les dijo: ¿Estáis discutiendo entre vosotros sobre esto, porque dije: «Un poco más, y no me veréis, y de nuevo un poco, y me veréis»? (LBLA) 

Los discípulos por fin lo entienden, pero ¿lo entiende Ehrman?

Jesús responde entonces a sus preguntas, y termina diciendo “He venido del Padre y he venido al mundo, y ahora dejo el mundo y voy al Padre”.

La bombilla parece finalmente encenderse. Dejan de mirar las cosas terrenales y empiezan a ver las realidades espirituales de las que habla Jesús. En Juan 16:28-30 vemos: “Sus discípulos le dijeron: He aquí que ahora hablas claramente y no usas lenguaje figurado. Ahora entendemos que tú sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que tú viniste de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis?” (LBLA).

Se acabaron las metáforas en sus mentes. Jesús habla ahora con claridad. Se quedaron callados después de algunas palabras duras de Jesús, pero ahora caen en cuenta después de que Jesús les incita a indagar más. Esta interpretación no viene sólo de mí, sino que también es apoyada por comentaristas y exegetas como CK Barrett, RCH Lenski, Craig Blomberg, John Gill, Christian Kuinoel y Hermann Olshausen.

Sólo si no dejamos espacio para el matiz conversacional tendríamos que concluir que Jesús tuvo un lapsus mental o que algo extraño está pasando con el escritor de Juan. Parece que la lectura de Bart es bastante rígida, y me atrevo a decir que fundamentalista. Hay más de sus ejemplos de supuestas discrepancias en Jesús, interrumpido, que son mucho más dignos de investigación y debate. Pero este no es un momento de oro para Ehrman aquí.  Y por desgracia, hay más malos como éste. No hay nada tan extraño aquí.

Nota

[1] Libro: Jesus, Interrupted (Jesús, interrumpido).

Recursos recomendados en Español: 

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek 

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Erik Manning es un director del capítulo de Reasonable Faith (Fe Razonable) situado en Cedar Rapids, Iowa. Es un antiguo escritor independiente de béisbol y copropietario de un negocio de decoración antigua y artesanal con su esposa, Dawn. Le apasiona la intersección entre la apologética y el evangelismo.

Fuente Original del Blog: https://bit.ly/3tEbLAT

Traducido por Yatniel Vega Garcia

Editador por Monica Pirateque 

 

Por Ryan Leasure

Este artículo es la cuarta parte de una serie de nueve, que trata sobre cómo obtuvimos la Biblia. En la primera parte se analizó la inspiración bíblica y la inerrancia. En la segunda parte se analizó el desarrollo del Antiguo Testamento. Y la parte 3 investigó el canon del Antiguo Testamento y los apócrifos.

En este artículo, trataremos el canon del Nuevo Testamento. En concreto, quiero abordar dos preguntas. En primer lugar, ¿habrían esperado los cristianos del primer siglo nuevas Escrituras adicionales al Antiguo Testamento? Y, en segundo lugar, ¿qué atributos buscaba la Iglesia en los textos canónicos?

¿Habría esperado la Iglesia del primer siglo nuevas Escrituras?

El erudito bíblico Harry Gamble comentó en una ocasión: “No hay ningún indicio en absoluto de que la iglesia primitiva contempló la idea de las escrituras cristianas… Por lo tanto, el Nuevo Testamento tal como lo pensamos estaba completamente alejado de las mentes de la primera generación de creyentes cristianos.”[1] ¿Qué debemos hacer con la afirmación de Gamble? ¿Tenía razón? ¿Asumió la iglesia primitiva que Dios había terminado de inspirar las Escrituras tras el cierre del Antiguo Testamento? Creo que tenemos buenas razones para rechazar las afirmaciones de Gamble. Permítanme darles tres razones.[2]

1. Los judíos del primer siglo consideraban la historia del Antiguo Testamento como incompleta

Varios textos de los Evangelios y de Hechos de los Apostoles, demuestran que los judíos del siglo I esperaban que Dios hiciera algo en su generación. No sólo estaban pendientes del Mesías (Lucas 2:38; 2:25; Juan 1:41; 4:25), sino que esperaban que Dios introdujera su reino y derrocara a sus opresores (Hechos 1:6; véase Dan. 2:31-45).El segundo período del Templo (intertestamental) también confirma esta misma expectativa (Tob 14:5-7; Bar 3:6-8). Como N. T. Wright señala, “La gran historia de las escrituras hebreas fue leída inevitablemente en el período del Segundo Templo como una historia en busca de una conclusión.”[3]

El cierre del Antiguo Testamento también da la impresión de que los judíos esperaban que un rey davídico se levantara entre sus filas. Ten en cuenta que de acuerdo con el ordenamiento judío, Crónicas fue el último libro del Antiguo Testamento. Y precisamente ese libro comienza con una larga genealogía centrada en el rey David (1 Crónicas 1:3). No es una coincidencia que el comienzo del Nuevo Testamento continúe justo donde se dejó el Antiguo Testamento, con una genealogía enfocada en el Hijo de David (Mateo 1). Es como si el Evangelio de Mateo llevara la historia del Antiguo Testamento a su necesario cumplimiento.

2. El Patrón de Dios de traer nueva Palabra-Revelación después de sus actos de redención

Según el patrón del Antiguo Testamento, Dios suele dar depósitos de revelación después de sus actos redentores. Vemos este patrón consecutivo  más claramente en el Éxodo. Dios redimió a su pueblo de Egipto y tras a esa redención hace entregas de las Escrituras en el Sinaí para interpretar sus actos de salvación. Dada esta historia, no es inconcebible que la iglesia primitiva esperara más revelación escrita tras el acto de redención de Jesús.

3. El Antiguo Testamento predijo que la futura era mesiánica incluiría la comunicación verbal

El Antiguo Testamento no sólo predijo una futura era mesiánica, sino que predijo que la comunicación acompañaría al Mesías. Deuteronomio 18:18 predice: “Un profeta como tú levantaré de entre sus hermanos, y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mande.” Isaías 61:1-2 dice del Mesías que: “El Espíritu del Señor Dios … me ha ungido el Señor para traer buenas nuevas a los afligidos… para proclamar libertad a los cautivos … para proclamar el año favorable del Señor.” Y de esta era mesiánica, leemos: “Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor” (Isaías 2:2-3).

En resumen, aquellos que vivieron después del cierre del Antiguo Testamento reconocieron que la historia estaba incompleta, que Dios normalmente daba palabra-revelación después de sus actos redentores, y que el Antiguo Testamento anticipaba una era mesiánica verbal.

¿Qué atributos buscaba la Iglesia primitiva en un texto canónico?

Ahora que hemos establecido la expectativa de la Iglesia primitiva de recibir más textos bíblicos, debemos preguntarnos qué atributos habrían buscado en esos nuevos textos bíblicos. En el espacio restante, consideraré tres de estos atributos: autoridad apostólica, marcas de inspiración y recepción universal.[4] Consideremos cada atributo canónico por separado.

Autoridad apostólica

Volviendo al Nuevo Testamento, los apóstoles reconocieron que eran “ministros de un nuevo pacto” (2 Cor 3:6), y que la iglesia estaba “edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas” (Ef 2:20). También reconocieron que Jesús los había enviado como garantes y transmisores de su mensaje al mundo (Juan 20:21). Por estas razones, la Iglesia primitiva sólo recibía textos que pudieran remontarse a un apóstol.

Por lo tanto, desde muy temprano, la iglesia recibió los cuatro Evangelios, los Hechos y las cartas de Pablo. Por supuesto, Pablo da a conocer su autoridad apostólica en sus cartas, pero los Evangelios no hacen tal afirmación. ¿Cómo entonces recibieron el estatus apostólico en una etapa tan temprana de la iglesia?

Los críticos sostienen que, dado que los autores no mencionan sus nombres en el cuerpo del texto, los Evangelios deben haber sido originalmente anónimos. Sólo después de algún tiempo, la Iglesia añadió títulos para dar a estas obras anónimas la credibilidad necesaria. Sin embargo, las afirmaciones de los críticos carecen de pruebas. Todos los manuscritos más antiguos con títulos incluyen a Mateo, Marcos, Lucas y Juan como autores. Además, numerosos padres de la Iglesia afirman inequívocamente que Marcos escribió su Evangelio basándose en el testimonio ocular de Pedro, y que Mateo, Lucas y Juan escribieron sus respectivos Evangelios.

Dicho esto, ¿por qué la iglesia recibió a Marcos y Lucas si ellos no eran apóstoles? Es debido a su estrecha relación con los apóstoles. Es decir, los libros con autoridad apostólica no se limitaban solo a los libros escritos por los apóstoles, sino también a los que provenían de los círculos apostólicos. Observa el comentario de Tertuliano sobre la autoría de los Evangelios: “De los apóstoles, por lo tanto, Juan y Mateo primero nos inculcan la fe; mientras que los hombres apostólicos, Lucas y Marcos la renuevan después”.5[5] Tertuliano afirma que Marcos y Lucas eran “hombres apostólicos” por su estrecha relación con los apóstoles Pedro y Pablo.

Esta proximidad a los apóstoles explica también que Hebreos se haya incluido en el canon. El autor indica que conocía a Timoteo (Heb 13:23) y que el mensaje del Evangelio “La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron” (Heb 2:3). Estos dos textos combinados indican que el autor se movía en círculos apostólicos (probablemente paulinos) y, por tanto, su libro era apostólico.

La familia de Jesús (Santiago y Judas) también recibió un estatus cuasi-apostólico basado en su relación con el Señor. No sabemos mucho de Judas, pero sabemos que Santiago llegó a ser un líder prominente en la iglesia de Jerusalén y más tarde mártir por su fe cristiana.

Al mismo tiempo, la Iglesia rechazó los libros de fuentes no apostólicas. Comentando sobre el mal llamado Evangelio de Pedro, el padre de la iglesia Serapión declaró: “Recibimos tanto a Pedro como a los otros apóstoles como Cristo, pero los escritores que falsamente llevan sus nombres los rechazamos“.[6] Serapión afirmó que la iglesia debía rechazar el herético Evangelio de Pedro y todos los demás que falsamente llevan los nombres de los apóstoles (Tomás, Felipe, etc.).

El Fragmento de Muratori hace un comentario similar alrededor del año 180 d.C. Señala: “Se dice que hay otra carta en nombre de Pablo a los laodicenses, y otra dirigida a los alejandrinos, ambas forjadas de acuerdo con la herejía de Marción, y muchas otras que no pueden ser recibidas en la iglesia católica, ya que no conviene que el veneno se mezcle con la miel”.[7]

De nuevo, la Iglesia rechazó todas las falsificaciones. El fragmento también señala que el amado Pastor de Hermes no debe recibir estatus canónico porque fue escrito “muy recientemente, en nuestros tiempos”. En otras palabras, alguien escribió este libro después de que todos los apóstoles hubieran muerto.

Marcas de Inspiración

En segundo lugar, la Iglesia buscaba libros que tuvieran marcas de inspiración. Si un libro procedía de Dios, uno esperaría que reflejara la naturaleza de Dios y otros textos inspirados previamente. El texto, por tanto, debe reflejar la belleza y la excelencia de Dios (Salmo 19:7-10). Como comentó Jerónimo en una ocasión sobre un texto del Nuevo Testamento, se trata de un “documento que tiene en sí mismo toda la belleza del Evangelio”, que es la “marca de su inspiración”.[8]

Más aún, el texto irá acompañado de un poder transformador. En otras palabras, el texto no es sólo palabras en una página. El texto es “vivo y activo” (Heb 4:12). Justino Mártir comentó: “Porque poseen un tremendo poder en sí mismos, y son suficientes para inspirar temor a aquellos que se desvían del camino de la rectitud; mientras que el más dulce descanso se les da a quienes hacen una práctica diligente de ellos”.[9] Ireneo también afirmó que los Evangelios están siempre “exhalando inmortalidad por todos lados y vivificando a los hombres de nuevo.”[10] Es decir, la iglesia primitiva reconoció que ciertos textos trajeron salvación y buenas obras en la vida de la iglesia.

El texto no sólo poseerá cierta belleza y poder, sino que será armonioso con otras Escrituras autorizadas. Por esta razón, la iglesia rechazó libros como 2 Macabeos que sugiere que podemos ofrecer sacrificios y oraciones por los muertos (2 Macabeos 12:43-46). También rechazaron los textos gnósticos (Evangelio de Felipe, Evangelio de la Verdad, Evangelio de Pedro, etc.) porque socavaban  todo el Antiguo Testamento. Además rechazaron el Evangelio de Tomás que tiene a Jesús diciendo: “Mira, yo la guiaré (María) para que sea masculina, para que ella también se convierta en un espíritu viviente parecido a los hombres. Porque toda mujer que se hace masculina entrará en el reino de los cielos” – un claro repudio de Génesis 1-2.

Así, como señaló Ireneo, “toda la Escritura, que nos ha sido dada por Dios, la encontraremos perfectamente consistente”.[11] Y como declaró Justino Mártir: “Estoy totalmente convencido de que ninguna Escritura se contradice con otra”.[12]

En resumen, la iglesia solo recibió textos que llevaban las marcas de la inspiración divina. Estas marcas incluían cierta belleza, poder y armonía, indicando que Dios era su autor definitivo.

Recepción Universal

Finalmente, solo los libros que fueron universalmente recibidos por la iglesia obtuvieron estatus canónico. Esto significa que los libros como Primero de Enoc, que solo unas pocas iglesias pequeñas recibieron, no recibieron estatus de autoridad. Después de todo, Jesús dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Por lo tanto, podríamos esperar que la iglesia universal llegara a algún tipo de consenso cuando se tratara de sus textos bíblicos. Y esto es exactamente lo que encontramos en la iglesia primitiva.

Desde el siglo II, la Iglesia reconoció un grupo básico de libros canónicos que incluía los cuatro Evangelios, los Hechos, las cartas de Pablo, Hebreos, 1 Juan, 1 Pedro y el Apocalipsis. Este consenso se refleja en varios Padres de la Iglesia (Ireneo, Orígenes, Clemente de Alejandría, Tertuliano), así como en el Canon Muratoriano. En el siglo IV, el resto del canon fue reconocido de forma universal, como se refleja en Eusebio (325 d. C.), Atanasio (367 d. C.) y los concilios de Hipona (393 d. C.) y Cartago (397 d. C.).

Una cuadrícula canónica

Al considerar los tres atributos canónicos, queda claro que la Iglesia primitiva filtró los libros a través de una especie de cuadrícula canónica para ayudarles a reconocer los textos autorizados. Solo los libros que poseen los tres atributos alcanzaron el estado canónico. Considera la siguiente tabla. Observa que tanto Marcos como Romanos poseen los tres atributos, mientras que el Evangelio de Tomás no posee ninguno. Obsérvese también que el Pastor de Hermes posee parcialmente uno de los atributos en la medida en que es un texto ortodoxo. Sin embargo, carece de los otros dos atributos:

Cómo obtuvimos nuestra Biblia: tabla canónica del Nuevo Testamento

Notas:

[1] Harry Y. Gamble, The New Testament Canon, 57.

[2] Tomado de  Michael Kruger, Question of the Canon.

[3] N. T. Wright, New Testament and the People of God, 217.

[4] Estas están ligeramente modificados de la lista de Michael Kruger en Canon Revisited.

[5] Tertullian, Against Marcion, 4.2.

[6] Eusbebius, Hist. Eccl. 6.12.3.

[7] Muratorian Fragment, line 67.

[8] Jerome, Prologue to Commentary on Philemon.

[9] Justino Mártir, Dialogue with Trypho, 8.2.

[10] Irenaeus, Against Heresies, 3.11.8.

[11] Irenaeus, Against Heresies, 2.28.3.

[12] Justino Mártir, Dialogue with Trypho, 65.1.

Recursos recomendados en Español: 

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek

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Ryan Leasure tiene una maestría en Artes de la Universidad Furman y una maestría en Divinidades del Seminario Teológico Bautista del Sur. Actualmente es candidato a Doctor en Ministerio en el Seminario Teológico Bautista del Sur. También sirve como pastor en: Grace Bible Church en Moore, SC.

Blog Original: https://bit.ly/3tbnmat

Traducido por Mónica Pirateque

Editado por Jennifer Chávez

 

Por Ryan Leasure

Esta es la tercera entrega de una serie de nueve partes sobre cómo se formó nuestra Biblia. La primera parte trataba sobre la inspiración e inerrancia de las Escrituras. La segunda parte explicaba la formación y preservación de los textos del Antiguo Testamento. En este artículo se abordarán cuestiones relacionadas con el canon del Antiguo Testamento y los apócrifos.

Canon

Antes de continuar con el tema, primero debemos establecer a qué nos referimos cuando hablamos del “canon”. No nos referimos, por supuesto, a las armas de épocas pasadas. Sino que canoson n remite a una antigua forma de medir con una vara parecida al junco o caña y era empleada como un patrón infalible tal como lo es una regla de un metro. El término se aplicó posteriormente a los textos bíblicos que la Iglesia recibió en su colección de libros autorizados.

La Tanakh

El acomodo que los judíos le dieron al Antiguo Testamento fue y es completamente diferente de nuestra manera típica de ordenarlo. Parece ser que desde hace mucho tiempo los judíos dividieron en tres partes el canon hebreo. Esta triple división se le conoce como Tanakh  basado en las tres divisiones —Torah (Ley), Nevi’im (Profetas) y Ketuvim (Escritos). Esta última división a veces se le llama “Los Salmos” ya que los Salmos fueron el primer y más grande libro entre Los Escritos y a menudo se toma como representación del conjunto. Además, hay que tener en cuenta que los judíos combinaron varios libros. Así que el canon judío contiene los mismos libros que las Biblias protestantes, pero su Biblia solo tiene veinticuatro libros en lugar de treinta y nueve. Considere el siguiente desglose desde el Génesis hasta las Crónicas:

Ley

(Torah)

Profetas

(Nevi’im)

Escritos

(Ketuvim)

Génesis Josué Salmos
Éxodo Jueces Job
Levítico Samuel Proverbios
Números Reyes Ruth
Deuteronomio Cantar de los Cantares
Isaías Lamentaciones
Jeremías Eclesiastés
Ezequiel Ester
Los Doce Daniel
Esdras-Nehemías
Crónicas

La Septuaginta (250-150 A.C)

Después de que Alejandro Magno helenizara el mundo conocido, los eruditos judíos se dieron cuenta que era necesario traducir al griego las Escrituras hebreas para que más personas pudieran leerlas. La leyenda cuenta que setenta y dos traductores judíos (seis de cada una de las doce tribus), trabajaron durante setenta y dos días, cada uno de manera independiente tradujo el texto del hebreo al griego, y las setenta y dos traducciones resultaron ser exactamente iguales. Por ello la traducción se conoció como la Septuaginta (en latín septuaginta significa “setenta”) y se le representa con los números romanos LXX.

Vale la pena mencionar un par de detalles acerca de la Septuaginta. En primer lugar, esta traducción cambió el orden de los libros al orden con el que estamos más familiarizados hoy en día. Es decir, cambió la triple división de la Tanakh y acomodó los libros como hoy los tenemos; ley, históricos, poéticos, profetas mayores y profetas menores. Además, la septuaginta también incluía los Apócrifos.

Los Apócrifos

Los Apócrifos son aproximadamente una docena de libros judíos que se escribieron durante el periodo intertestamentario. Estos libros tratan sobre historia, poesía, literatura de sabiduría y profecía. Probablemente los más famosos libros apócrifos  son Primer y Segundo libro de los Macabeos. Estos libros narran las rebeliones judías y la recuperación del templo que estaba en manos de los sirios. Aunque estas obras tienen un gran valor histórico, también contienen material discutible. Esto lo podemos observar en Segundo de Macabeos donde enseña que los santos en el cielo interceden por los que están en la Tierra (15:11-16) y que las oraciones y sacrificios pueden ofrecerse en favor de los muertos (12:39-46). Los romanos católicos usan este texto para dar validez a las creencias sobre el purgatorio y la práctica de indulgencias.

Tobías, otro libro apócrifo, cuenta la historia pintoresca de un devoto judío en el exilio quien al estar dormido pierde la vista por la suciedad de los pájaros . Su esposa Sara, también tiene sus propias dificultades. Un demonio ha matado a siete de sus anteriores esposos en la noche de bodas. Y Dios envía al ángel Rafael para ayudar a Tobías y a Sara a conquistar  al demonio. Al final usan el corazón y el hígado de un pez para ahuyentar al demonio de la cámara nupcial. La historia termina cuando el hijo de Tobías frota los ojos de su padre con la bilis del pescado para devolverle la vista. Es un relato bastante extraño.

Otro libro, conocido como Judith, describe la liberación del pueblo judío por parte de Dios. En esta historia, Judith seduce al rey asirio para cortarle la cabeza mientras está aturdido por el alcohol. No tenemos evidencia de que esto en verdad haya acontecido. Además, este libro comete el error de ubicar a Nabucodonosor como rey de Asiria y no de Babilonia.

Otra colección de apócrifos incluyen al libro de Sirá (literatura de sabiduría similar a Proverbios), Baruc (que no escribió Baruc), Sabiduría de Salomón (que no escribió Salomón), y complementos al libro de Daniel (La Historia de Susana, La Historia de Bel y el Dragón).

¿Por qué La Biblia no debe incluir Los Apócrifos?

Probablemente estás familiarizado con los debates Protestantes-Católicos-Ortodoxos sobre la posibilidad de incluir Los Apócrifos en las Biblias de hoy en día.  En el espacio restante, me gustaría ofrecer cinco razones por las que no creo que la Biblia deba incluir los apócrifos.

1 Los apócrifos reconocen que los profetas no hablaban en su época

Considera los siguientes textos de 1º Macabeos.

Fue una gran prueba en Israel, como nunca se había visto desde que terminó el tiempo de los profetas (1 Macabeos 9:27 Biblia Latinoamericana).

También el rey tomó en cuenta el que los judíos y los sacerdotes habían resuelto que Simóin fuera su jefe y Sumo Sacerdote hasta la aparición de un profeta digno de fe (1 Macabeos 14:41 Biblia Latinoamericana).

Depositaron las piedras de dicho altar en el cerro del Templo, en lugar conveniente, hasta que surgiera un profeta que diera respuesta sobre el caso (1 Macabeos 4:46 Biblia Latinoamericana)

Observe cómo estos tres versículos indican que Dios no hablaba a través de profetas durante su tiempo.

2 Los judíos nunca aceptaron los apócrifos como escrituras.

Considera la siguiente cita del historiador judío del siglo I Josefo:

Desde la muerte de Moisés hasta la era de Artajerjes, quien fue rey de Persia después de Jerjes, los profetas que sucedieron a Moisés escribieron lo que sucedió en sus días en trece libros. Los otros cuatro libros contienen canciones para Dios y principios de vida para los seres humanos. Desde Artajerjes hasta nuestra época se ha llevado un detallado registro, pero esto no se ha considerado digno de igual crédito que los registros anteriores porque no ha habido desde entonces la sucesión exacta de profetas.[1]

Josefo señala que después de la era de Artajerjes (465-424 a.C.), los judíos continuaron escribiendo libros (los Apócrifos), pero estos libros no estaban a la altura de las Escrituras, porque los profetas dejaron de hablar.

Además, el Talmud babilónico, que es una colección sagrada de tradiciones rabínicas, registra lo siguiente “después de que murieron los últimos profetas Hageo, Zacarías y Malaquías, el Espíritu Santo se apartó de Israel” (Yoma 98). En otras palabras, la revelación especial cesó después de la época de estos profetas. Por lo tanto, no debemos considerar Los Apócrifos como Escrituras, ya que fueron posteriores a estos profetas.

Finalmente, alrededor del año 90 d.C., un Concilio de líderes judíos se reunió en Jamnia para decidir cómo reconstruir el judaísmo después de la caída de Jerusalén y su templo. Al discutir sobre sus libros sagrados, sólo reafirmaron la práctica universal de todos los judíos de que los apócrifos no pertenecían a su Biblia.

3 El Nuevo Testamento nunca se refiere a los apócrifos como escrituras

Los autores del Nuevo Testamento citan pasajes del Antiguo Testamento cientos de veces. Regularmente sus citas son antecedidas por frases como “así está escrito” o “las Escrituras dicen.” Considera los siguientes ejemplos:

como está escrito: No hay justo, ni aun uno; (Rom. 3:10 LBLA)

Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron. (Jn. 19:37 LBLA)

Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación […] (Heb. 3:7-8 LBLA)

Ni siquiera una vez los autores del Nuevo Testamento hicieron algo similar con los textos Apócrifos. Esta omisión es considerable a pesar del hecho que los autores del Nuevo Testamento citaban de la Septuaginta la cual contenía los Apócrifos. Lo que significa que los autores del Nuevo Testamento tenían conocimiento de los textos Apócrifos. Y ellos simplemente no se refirieron a estos textos como Escrituras.

4 Jesús afirmó la triple división del Tanaj

Dos citas del evangelio de Lucas nos muestran que Jesús creía en un canon cerrado del Antiguo Testamento que no incluía los Apócrifos. Observa Lucas 24:44 LBLA.

Luego les dijo: Esto es lo que les había anunciado cuando todavía estaba con ustedes: que todo lo que está escrito sobre mí en la ley de Moisés, los libros de los profetas y en los Salmos tiene que cumplirse.

En este texto Jesús hace una clara afirmación a la división en tres partes del Antiguo Testamento- los Apócrifos no son incluidos. Toma en cuenta también Lucas 11:51 LBLA.

desde el asesinato de Abel hasta el asesinato de Zacarías. Zacarías fue asesinado entre el altar y el templo. Sí, yo les digo, ustedes los de estos tiempos pagarán por ello.

Al hablar de Abel (el primer mártir bíblico) y Zacarías (el último mártir bíblico), Jesús demuestra que el canon del Antiguo Testamento finaliza con el libro de Crónicas (en el orden tradicional de la Tanaj). Vale la pena anotar que muchos mártires murieron en el libro de los Macabeos. Jesús no los menciona porque no consideraba a los Macabeos como parte de su Biblia.

5 La Iglesia Católica no concedió autoridad a los apócrifos hasta más tarde

La lista canónica del Antiguo Testamento más antigua de un cristiano procede de Melito de Sardis (170 d. C.). En su canon no tomó en cuenta los Apócrifos. La lista canónica que hizo Orígenes a mediados del siglo tercero también excluye a los Apócrifos. Además Atanasio, Cirilo de Jerusalén, Gregorio Nacianceno y el Concilio de Laodicea descartan de su canon los libros Apócrifos.

Se cree que en algún punto del siglo cuarto, los Apócrifos comenzaron a ganar aceptación en algunos sectores cosa demostrada por algunas listas canónicas (San Agustín, el Concilio de Hipona) y los manuscritos bíblicos (Códice Sinaítico, Códice Vaticano). Está claro que San Agustín persuadió a su amigo Jerónimo de incluir los Apócrifos en la Vulgata Latina del año 404 d. C. Dicho esto, Jerónimo hizo la siguiente introducción a la sección de los Apócrifos.

Debido a que la Iglesia valora los libros de Judith, Tobías y los Macabeos, pero no los coloca entre los libros canónicos, está permitido leer estos dos volúmenes para la edificación del pueblo pero no para establecer dogmas de autoridad eclesiástica.[2]

Jerónimo hizo una clara distinción entre los textos bíblicos y los Apócrifos. La Escritura estableció la doctrina de la Iglesia. Los Apócrifos eran utilizados para la mera edificación.

Durante los siguientes mil años, la Iglesia Católica difícilmente estuvo de acuerdo con los Apócrifos. William de Ockham, influyente teólogo medieval, se hizo eco de los sentimientos de Jerónimo cuando escribió que los textos apócrifos “son leídos para la edificación del pueblo, pero no para establecer doctrinas.”[3] Incluso el cardenal Cayetano, un principal opositor de los reformistas protestantes y designado por el Papa León señaló:

La iglesia latina tiene una gran deuda con Jerónimo por haber separado los libros canónicos de los no canónicos… estos libros y cualquier otro similar a ellos en el canon de la Biblia no son canónicos para establecer fundamentos de fe; sin embargo pueden ser llamados canónicos para la edificación de los fieles.[4]

A pesar de estar lejos de llegar a estar unificados, el Concilio de Trento le concedió a los textos Apócrifos el estatus de canónicos en lo que claramente se ve como un movimiento de Contrareforma.

Dirigiéndonos hacia el Nuevo.

En la siguiente publicación llegaremos al Nuevo Testamento. En concreto, el artículo abordará dos preguntas clave.. En primer lugar, ¿habría esperado la Iglesia primitiva más libros de las Escrituras? Y segundo, ¿qué criterios utilizó la iglesia primitiva para considerar que ciertos libros tenían autoridad Escritural y otros no?

[1] Josephus, Against Apion 1.38-41.

[2] F. F. Bruce, The Canon of Scripture, 91-92.

[3] Citado por B. F. Westcott, The Bible in the Church, (London, 1901), 211.

[4] Ibid., 253.

Recursos recomendados en Español: 

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

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Ryan Leasure tiene una Maestría en Artes de la Universidad Furman y una Maestría en Divinidad del Seminario Teológico Bautista del Sur. Hoy en día, se está postulando al Doctorado en Ministerio en el Seminario Teológico Bautista del Sur. También ejerce como pastor en la Iglesia Grace Bible en Moore, SC.

Fuente Original Del Blog: https://bit.ly/3z36sP2

Traducido por Gustavo Camarillo

Editado por Yatniel Vega García

Por Ryan Leasure

Este es el segundo de una serie de nueve artículos que abordan la cuestión de cómo obtuvimos nuestra Biblia. El último artículo trató la cuestión de la inspiración y la inerrancia. Esta semana nos centramos en la formación del Antiguo Testamento.

Cuestiones de introducción

A finales del siglo II, Tertuliano acuñó el término “Antiguo Testamento” para distinguir las Escrituras hebreas de las griegas. La palabra “testamento” significa simplemente “pacto”. El Antiguo Testamento, en su forma actual, consta de treinta y nueve libros y fue escrito por decenas de autores a lo largo de mil años.

En los primeros tiempos, los autores bíblicos utilizaron diferentes superficies de escritura. Grabaron sobre piedras (Éxodo 34:1; Josué 8:32), escribieron sobre  yeso (Dt 27:2-3), grabaron sobre metal (Éxodo 28:36) y rayaron en tablillas enceradas (Isa 30:8; Hab 2:2). Para grabar en estas superficies, utilizaban plumas de hierro (Job 19:24; Jer 17:1) y otros estiletes.

Afortunadamente, los egipcios ya habían inventado un producto similar al papel utilizando plantas de papiro mucho antes de que Moisés escribiera la ley. Los autores bíblicos adoptaron esta tecnología de escritura con fines prácticos (Jer 36:23). Cuando el papiro no estaba disponible, los autores escribían en pieles de animales estiradas y secas llamadas pergaminos. Los escritores utilizaban cañas de tallo fino (Jer 8:8) que sumergían en tinta, que solía ser una mezcla de hollín y savia de árbol o aceite. Los escribas solían llevar estuches de tinta en el cinturón (Ez 9:2-3).

La primera escritura

El primer texto bíblico fue escrito por el propio Dios. Leemos en Éxodo 31:18: “Y cuando terminó de hablar con Moisés sobre el monte Sinaí, le dio las dos tablas del testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios“(LBLA). Esas mismas tablas se guardaron luego en el Arca de la Alianza junto con una vasija con maná y la vara de Aarón (Dt 10:5; Hb 9:4).

Más tarde, Moisés recopilaría los escritos de Dios en el Pentateuco junto con sus otros escritos. Tenemos indicios de que Moisés escribió el Pentateuco por etapas y no todo a la vez. En Éxodo 24:4 se lee: ” Y Moisés escribió todas las palabras del Señor.(LBLA)”. En Éxodo 17:14 se lee: “  Entonces dijo el Señor a Moisés: Escribe esto en un libro para que sirva de memorial, y haz saber a Josué que yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo del cielo.” (LBLA)

Los académicos debaten cómo aprendió Moisés el contenido del Génesis. Algunos sugieren que lo aprendió en el Monte Sinaí a través de una revelación divina. Otros creen que se transmitió a través de la tradición oral. Y otros creen que fue una combinación de ambos.

Etapas de la escritura

Como se ha señalado anteriormente, el Antiguo Testamento no se escribió de una sola vez, sino a lo largo de mil años. Puede ser útil pensar en el desarrollo del Antiguo Testamento en cuatro etapas.

La primera etapa fue en el Monte Sinaí, cuando Moisés escribió la Ley. Al principio, el Pentateuco funcionaba como el canon judío de las Escrituras. De hecho, Moisés ordena ” No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni quitaréis nada de ella, para que guardéis los mandamientos del Señor vuestro Dios que yo os mando.” Dt 4:2 (LBLA). A lo largo de cientos de años se escribieron otros libros, pero su inclusión en el canon tardó algún tiempo. Los libros de Moisés, sin embargo, tuvieron autoridad desde el principio.

La segunda etapa de los depósitos de revelación se produjo durante la transición de la teocracia a la monarquía. Durante esa época, los autores escribieron varios libros históricos (Josué, Jueces, Rut, Samuel), poesía (Salmos) y literatura de sabiduría (Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares).

La tercera etapa fue en la época del exilio babilónico. Varios profetas escribieron durante este período (Isaías, Miqueas, Oseas, Jonás, Amós, Joel, etc.).

La cuarta y última etapa fue el regreso del exilio. Siguieron escribiendo más profetas (Zacarías y Malaquías) e historiadores (Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester).

Citando la Ley

Dado que el Antiguo Testamento se desarrolló por etapas, los escritores posteriores del Antiguo Testamento se remitieron a menudo a los libros de Moisés. Quizá el texto más citado de Moisés sea Éxodo 34:6. El texto declara: ” El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad”(LBLA).

Considera cómo estos textos posteriores del Antiguo Testamento citan a Moisés:

“Pero tú eres un Dios de perdón, clemente y compasivo, lento para la ira y abundante en misericordia, y no los abandonaste”. (Neh. 9:17 LBLA)

“Mas tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad”. (Salmos 86:1 LBLA)

“Por eso me anticipé a huir a Tarsis, porque sabía yo que tú eres un Dios clemente y compasivo lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal con que amenazas”. (Jonás 4:2 LBLA)

Sometiéndose a la Ley

Los escritores posteriores del Antiguo Testamento no sólo citaron a Moisés, sino que afirmaron explícitamente su autoridad.

“Solamente sé fuerte y muy valiente; cuídate de cumplir toda la ley que Moisés mi siervo te mandó; no te desvíes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito dondequiera que vayas. Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito”. (Jos. 1:7-8 LBLA).

“Y acercándose los días de la muerte de David, dio órdenes a su hijo Salomón, diciendo: Yo voy por el camino de todos en la tierra. Sé, pues, fuerte y sé hombre.  Guarda los mandatos del Señor tu Dios, andando en sus caminos, guardando sus estatutos, sus mandamientos, sus ordenanzas y sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés”. (1 Reyes 2:1-3 LBLA)

“pidieron al escriba Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el Señor había dado a Israel. Entonces el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la asamblea de hombres y mujeres y de todos los que podían entender lo que oían… en presencia de hombres y mujeres y de los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley”. (Neh 8:1-3 LBLA)

Los profetas citan a los profetas

Dado que el Pentateuco tuvo autoridad desde el principio, encontramos muchas más referencias a Moisés que a cualquier otro autor del Antiguo Testamento. Dicho esto, los profetas seguían reconociendo la autoridad de otros profetas que vivieron más cerca de su época. Consideremos las palabras de Daniel:

“en el año primero de su reinado, yo, Daniel, pude entender en los libros el número de los años en que, por palabra del Señor que fue revelada al profeta Jeremías, debían cumplirse las desolaciones de Jerusalén: setenta años”. (Dan 9:2 LBLA)

Aunque Jeremías escribió sólo unas décadas antes, Daniel seguía reconociendo su autoridad divina.

Zacarías también reconoce la autoridad divina de sus predecesores proféticos. Escribe:

“Entonces vino a mí la palabra del Señor de los ejércitos, diciendo: Habla a todo el pueblo de la tierra y a los sacerdotes, y di: «Cuando ayunabais y os lamentabais en el quinto y el séptimo mes durante estos setenta años, ¿ayunabais en verdad por mí? ¿No son estas las palabras que el SEÑOR proclamó por medio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba habitada y próspera”? (Zac 7:4-7 LBLA)

Autores y fechas

Es cierto que no podemos ser demasiado precisos en cuanto a los autores y las fechas de los libros del Antiguo Testamento, especialmente de algunas obras históricas. Dicho esto, considere el siguiente cuadro que detalla los autores y las fechas de cada libro del Antiguo Testamento[1].

Tabla Cómo obtuvimos nuestra biblia: la formación del Antiguo Testamento

Uso de las fuentes

La inspiración no implica un dictado mecánico. Aunque los autores bíblicos dictaron la palabra de Dios de vez en cuando, también emplearon otros métodos, como la investigación de fuentes históricas. Considere los siguientes ejemplos:

“Por tanto se dice en el Libro de las Guerras del Señor”. (Núm. 21:14 LBLA)

“Y el sol se detuvo, y la luna se paró, hasta que la nación se vengó de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro de Jaser?”. (Jos 10:13 LBLA)

“Los demás hechos de Salomón, todo lo que hizo y su sabiduría, ¿no están escritos en el libro de los hechos de Salomón?”. (1 Reyes 11:41 LBLA)

“Los demás hechos que Amón hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá?” (2 Reyes 21:25 LBLA)

Lo que demuestran estos textos es que los autores bíblicos no inventaron estas cosas. Hicieron una cuidadosa investigación antes de compilar sus obras.

Editores

La inspiración no excluye la edición. En otras palabras, Dios no sólo inspiró a los autores, sino que también inspiró a los editores para que modificaran y reorganizaran el texto. Sin excepción, los escritores del Nuevo Testamento, e incluso el propio Jesús, afirman la autoría mosaica del Pentateuco (Mateo 8:4; 19:8; Marcos 7:10; 12:26; Lucas 16:31; 20:37; 24:44; Hechos 3:22; 15:1; 26:22; 28:23; 1 Cor 9:9; Heb 9:19). Dicho esto, tenemos claros indicios de una edición posterior por parte de los escribas judíos. Consideremos los siguientes textos:

Moisés era un hombre muy humilde, más que cualquier otro hombre sobre la faz de la tierra”. (Num. 12:3 LBLA)

“Y allí murió Moisés, siervo del Señor, en la tierra de Moab, conforme a la palabra del Señor. Y Él lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, frente a Bet-peor; pero nadie sabe hasta hoy el lugar de su sepultura”. (Deut 34:5-6 LBLA)

Desde entonces no ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés, a quien el Señor conocía cara a cara”. (Deut 34:10 LBLA)

¿Se autodenominó Moisés la persona más mansa de la tierra e informó de su propia muerte y entierro? Y después de su muerte, ¿informó de que no había surgido ningún profeta semejante desde los tiempos de Moisés? ¿No supone esta última afirmación que ha pasado algún tiempo desde su muerte? En resumen, mientras que Moisés escribió el Pentateuco, los escribas posteriores editaron su obra en su forma actual.

Preservación

Sabiendo que se tardó mil años en escribir el Antiguo Testamento (1400-400 a.C.), ¿qué confianza podemos tener en su preservación? Al fin y al cabo, sabemos que hubo un periodo de tiempo en el que parece que el texto se había perdido y estaba fuera de uso (2 Reyes 22-23).

Al parecer, en la época del Antiguo Testamento existían “clanes de escribas” que copiaron y conservaban la Biblia hebrea (1 Crón 2:55). Desde entonces, los escribas judíos han copiado meticulosamente los textos con los mismos fines. Quizá los más famosos de estos escribas sean los masoretas y la familia Ben Asher del siglo V d.C.. Estos copistas profesionales contaban el número de palabras de cada página y conocían el número de palabras de cada libro, así como la palabra y letra central exactas de cada libro para asegurarse de que copiaban con precisión.

Además, los masoretas añadieron marcas vocales al texto, que de otro modo carecería de ellas. Hasta la década de 1940, los textos hebreos más antiguos que poseíamos eran textos masoréticos de los siglos IX y X.

Manuscritos del Mar Muerto

En 1947, un pastor llamado Muhammed edh-Dhib salió a buscar algunas de sus ovejas por la costa del Mar Muerto. Al pasar por una cueva, lanzó una piedra al interior con la esperanza de oír el balido de las ovejas. En lugar de eso, escuchó cerámica rompiéndose. Esa vasija destrozada dio lugar a uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX.

Desde entonces, los arqueólogos han descubierto más de un millar de documentos judíos antiguos en docenas de cuevas cercanas que datan del año 250 a.C. al 65 d.C. Estos textos pertenecían a la comunidad de Qumrán, también conocida como los esenios. Esta gente funcionaba como los monjes judíos, aislados de la mayor parte de la sociedad. Lo más probable es que la comunidad de Qumrán escondiera sus textos sagrados en estas cuevas durante la guerra con Roma (68-70 d.C.) con la esperanza de volver a ellos una vez que se asentara el polvo. Por desgracia, todos murieron durante la guerra, por lo que sus textos permanecieron ocultos durante dos mil años.

Entre estos documentos se encuentran todos los libros del Antiguo Testamento, excepto Ester. Quizá el texto más significativo sea un rollo completo de Isaías, que consta de veintisiete hojas de pergamino cosidas de extremo a extremo. Mide seis metros de largo. El pergamino data del año 120 a.C., es decir, es mil años más antiguo que el anterior texto más antiguo. Lo más significativo es que el rollo de Isaías difiere muy poco del texto masorético del siglo X, lo que demuestra que los escribas judíos conservaron cuidadosamente el texto original.

Canon del Antiguo Testamento

En el próximo artículo se examinarán la Septuaginta, los apócrifos y el canon del Antiguo Testamento.

*Para saber más sobre este tema, lea el útil libro de Timothy Paul Jone How We Got the Bible.

Referencias:

[1] Este gráfico es una modificación del de Timothy Paul Jones, How We Got the Bible, 31-33.

Recursos recomendados en Español: 

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek

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Ryan Leasure tiene un Máster en Artes por la Universidad de Furman y un Máster en Divinidad por el Southern Baptist Theological Seminary. Actualmente, es candidato a Doctor en Ministerio en el Southern Baptist Theological Seminary. También sirve como pastor en Grace Bible Church en Moore, SC.

Fuente original del blog: https://bit.ly/3Nnm8jP

Traducido por Jennifer Chavez

Editado por Elenita Romero

 

By Luke Nix

Introduction: Science vs. Christianity?

It is often claimed that Christianity is a hindrance to science. To justify this claim it is often said that many Christians just look at nature and satisfy their curiosity by saying “God made it,” without looking any further to discover how God made whatever it is that he made that is there. For many Christians, questions about the origin and how the natural world works end with that answer. However, for many others, while they acknowledge that God did make something, they diligently seek to discover how he did it. Christianity does not stop science, a lack of curiosity or interest (not necessarily a bad thing if the person does not have that passion or pursue that goal) is what could stop science if there is not a Christian who possesses that curiosity. Each Christian can stop scientific discovery for themselves, but as scientific discovery continues to be developed by other Christians, scientific discovery will continue.

On the other hand, it is a fact that atheism stops science. Not because the atheist satisfies his curiosity by saying “evolution did it” and stops all exploratory research, but because it hinders science for a couple of reasons that the atheist cannot escape if his worldview is true. If atheism is true, scientific discovery does not cease only for the atheist whose curiosity and curiosity are satisfied by the answer “evolution did it,” but it ceases for everyone .

If you are a friend of science and an atheist, I implore you to take your reasoning to the next level: think about how the discovery of the world around you would be understood. In today’s blog, I will present six different ways in which atheism and science are mutually exclusive and how atheism stops all scientific discovery in its tracks.

Science vs Atheism

The laws of mathematics vs atheism

Much of the scientific research done today relies solely on mathematics in its most advanced forms. It is used to describe chemical reactions, model the formation history of the universe, and even predict the spread of viruses. The reason mathematics can be used in this way is because the universe is built on/governed by mathematics. This fact makes the universe describable, discoverable, and predictable (to a certain extent). If the universe produced mathematics, then there would be no reason for the universe to be bound by mathematics, and it would not be possible to describe, discover, or predict it.

This poses a serious problem for the atheist. Indeed, according to the atheist view, mathematics is a product of a particularity of the universe (the human brain, to be exact), and the universe is not bound to be governed by anything it has produced. According to the atheist view, mathematics is not objective, so it is irrational to expect that the world around us is consistent with or explainable by what mathematics depicts. The present cannot be described, the past cannot be discovered, and future events cannot be predicted.

From the atheistic point of view, without a supernatural cause (excluding this universe) that causes mathematics to limit the universe to its laws, this universe is meaningless, and all scientific endeavor is ultimately doomed to be nothing more than a guessing game and incapable of bringing knowledge about any point in time or space.

The principle of uniformity vs atheism

As in mathematics, the uniformity principle is key to conducting scientific research. This principle states that the past behaved much like the present, and that the future will develop much like the present. This principle limits the universe to a continuous connection through time that scientists can use to describe, discover, and predict. Based on this principle, scientists understand that it is reasonable to extrapolate current observations to the past and the future. Thanks to this continuous connection, scientists can discover what happened in the past (historical science) with methodical certainty and make predictions about future events in the natural world (this is how different models of natural phenomena are tested: predictions of future discoveries are made based on different interpretations of currently observable data).

But, just as with mathematics, this principle cannot simply emerge with the appearance of the human brain on the cosmic scene. If this principle is a product of a peculiarity of the universe, then the universe cannot be governed by such a principle. Because of this absolute lack of government, there is also no reason to think that the universe can be explained using the principle of uniformity.

Therefore, if we want to continue scientific discovery using this principle, and if we want to believe that anything discovered using it is true or makes sense, then it must have a foundation prior to this universe. This means that the uniformity principle, like mathematics, has a transcendent (supernatural) foundation. Without such a foundation, scientific knowledge of the past and prediction of future events are impossible. In this second respect, atheism renders scientific discoveries useless before they are published.

The laws of logic vs atheism

Mathematics and the principle of uniformity are joined by the laws of logic. It is through the laws of logic that we can connect the present with the past and discover the history of our planet, the solar system, the galaxy, the universe, and even the initial events of creation itself. But this level of scientific discovery is only possible if the universe is governed by the transcendental laws of logic. Deductive reasoning and methodical certainty (mentioned above) necessarily depend on the laws of logic. If the universe is not governed by laws that transcend its own existence, then there is no reason to investigate and connect events as if it were governed by such laws. These laws must have a foundation that exists outside the natural universe; this means that they must exist supernaturally.

But according to atheism, nothing exists supernaturally, and the laws of logic are no exception. Therefore, according to atheism, the universe is not required to follow any of these laws nor can it be expected to do so. If we cannot rely on the universe to invariably follow such laws, then we cannot use such laws to make plausible theses about the universe with any level of certainty, including its history or its future. Without laws of logic existing outside the universe, any scientific endeavor that attempts to extend our knowledge of the natural world beyond the present moment that we witness in our small space of action is futile. Without a reason to believe that this universe is subject to the laws of logic, scientific discovery is impossible. Since there is no room in atheism for the laws of logic to govern this universe, then it cannot claim that justified and reasonable scientific discovery lies within its worldview either.

The laws of physics vs atheism

Atheism, without the laws of mathematics and the laws of logic, can no longer state or explain the laws of physics. That is just one of the many implications of a worldview devoid of a reality beyond this universe. But the problem for atheism regarding the laws of physics is deeper than just discovery and exposition. For lack of discovery and/or exposition does not necessarily imply nonexistence. The lack of the laws of physics in the atheistic worldview is established independently of, but similar to, the absence of the laws of mathematics and the laws of logic.

If there really are no laws of physics governing this universe, which if there were would mean that they are logically prior to or have a foundation outside of this universe, then there is no reason to use such laws of physics in any reasoning (because that would be using non-existent laws of logic) from current observations of this universe to the past history (because that would be using a non-existent principle of uniformity) of the same universe. Again, without a foundation outside of this universe that makes the laws of physics govern the universe, this universe is not constrained to follow any specific trajectory (laws of physics). If atheism is true, this is another reason why science is useless before it makes itself known.

Our sensory organs and the brain vs atheism

Of course, the utility of the features of reality described above does not manifest itself in scientific discoveries until observations are made. While those features of reality are observer-independent, this latter property is observer-dependent. Not only does atheism lack the foundation for the observer-independent (and much needed for scientific work) features of reality described above, but the guidelines/criteria for observer-dependent scientific endeavor undermine the reliability of its own work.

Atheistic worldviews have only one possible explanation for the emergence of sensations in human organs and brains: they are changes that occur over time and are directed by the (non-existent) laws of physics that govern natural selection. This is also known as “unguided evolution” or simply “evolution” in many atheist circles. We must clearly differentiate between agent-guided and environmentally guided evolution. The “unguided” qualifier here refers to agent-guided evolution. Evolutionists firmly believe that evolution was guided, but that guidance was directed by the environment and by the (non-existent) laws of physics that governed the creation and behavior of the environment.

Given this, the process guided solely by non-existent physical laws results in the survival of the species, so traits that are useful for the survival of populations are passed on from generation to generation and will continually be present. From this point of view, one trait has an advantage over another because of the external factors that allow its propagation, regardless of how useful that ability is. How useful that ability is is a purely accidental trait, and there is no way to independently test the usefulness of such traits for their continued existence, especially since all the features of reality mentioned above, which could be used to independently test them, lack a solid foundation if atheism is true. This means that the sensations of our organs and our brain have survived, not because of how useful their abilities were, but because they helped our ancestors survive in their environment. The atheist cannot come along and say that we can scientifically and independently prove the sensations of our organs through logic, mathematics, the uniformity principle, or the laws of physics because none of these have any solid foundation if atheism is true. If atheism is true, then all of those “laws” are the product of our evolved brains, which, again, is the product of a process governed by non-existent laws of mathematics, logic, and physics.

Conclusion

If something doesn’t exist or isn’t true, it’s not a valid starting point for creating processes that gain knowledge. If the foundations are compromised, so are the results. If atheism is true…

…science cannot be based on the laws of mathematics.

…science cannot be based on the principle of uniformity.

…science cannot be based on the laws of logic.

…science cannot be based on the laws of physics.

…science cannot be based on our own observations.

…science cannot be based on our own reasoning.

Science necessarily depends on the certainty and truth of these features of reality. If atheism is true, there is no basis for any of these features of reality. If atheism is true, these are not features of reality, which means that they are not true and do not exist. They cannot therefore be starting points for any discipline of knowledge, including science. If atheism is true, then science (among other disciplines of knowledge) cannot legitimately claim to provide us with truths about our world. If atheism is true (in any of its forms), it is impossible to connect our subjective beliefs with objective reality.

Since atheism and science are mutually exclusive, atheism is no friend of science; and science is no friend of atheism. If you are a friend of science, you know that these six concepts are characteristics of reality and are true. I invite you to abandon the naive scientific and philosophical worldview of atheism; embrace the reality of the Christian God, the One who provides a firm foundation for each of these six realities that you already know exist and upon which you already depend for your scientific discoveries.

Recommended resources in Spanish: 

Stealing from God ( Paperback ), ( Teacher Study Guide ), and ( Student Study Guide ) by Dr. Frank Turek

Why I Don’t Have Enough Faith to Be an Atheist ( Complete DVD Series ), ( Teacher’s Workbook ), and ( Student’s Handbook ) by Dr. Frank Turek

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Luke Nix holds a degree in Computer Science and works as a Desktop Support Manager for a local precious metals exchange in Oklahoma.

Original source of the blog: https://bit.ly/38XdTMC

Translated by Yatniel Vega Garcia

Edited by Gustavo Camarillo

 

By Ryan Leasure

This article is the first in a nine-part series that will explain the story of how we got our Bible. That is, the Bible did not fall from the sky into our hands. Rather, the Bible is the result of a long process that begins in the mind of God and ends with our modern English translations.

The process involves inspiring texts, collecting certain books, rejecting others, copying manuscripts, evaluating thousands of manuscripts to recreate the originals as closely as possible, translating the Hebrew and Greek texts into English, and creating readable translations in our modern local language.

As you might have guessed, this series will deal with some of the most crucial issues surrounding the Bible: topics such as the canon, the Apocrypha, the Dead Sea Scrolls, the Pseudepigraphal Gospels, textual criticism, the King James Only movement, and much more. I hope you will join me on this journey through the fascinating history of the Bible. If you are not already subscribed, please click subscribe to receive updates on future posts.

That being said, let’s start with the inspiration.

Plenary and Verbal Inspiration

Paul writes: “All Scripture is inspired by God and is useful for teaching, rebuking, correcting and training in righteousness, so that the man of God may be complete, equipped for every good work” (2 Timothy 3:16-17, ESV). Here are some concepts worth highlighting.

First, the Greek word “theopneustos,” translated “inspired,” technically means “God-breathed, God-breathed, God-inspired,” so Paul is saying that God “breathes out” rather than “inspires” the text. In other words, He is the source behind all Scripture.

Second, notice that God inspires Scripture, not the authors themselves. This necessary distinction means that God’s inspiration extends to the final product of Scripture itself, not to the everyday life of the human author. That is, the authors were fallible while God-inspired Scripture was not.

Third, Paul points out that ALL Scripture is inspired, not just parts of it. Some have wrongly taught that inspiration only covers the parts that deal with faith and morals. But that is not what Paul is writing about. When he says “all,” he includes the Canaanite conquests, the talking donkey, and the Levitical code.

The biblical authors affirm inspiration

Several times throughout the Old Testament, the authors acknowledged that they were writing the words of God. Consider these examples:

Then the Lord said to Moses, ‘Write this in a scroll for a memorial, and tell Joshua that I will completely blot out the memory of Amalek from under heaven ’” (Exodus 17:14).

Then the Lord put forth his hand and touched my mouth. And the Lord said to me, ‘Behold, I have put my words in your mouth ’” (Jeremiah 1:9).

The word of the Lord that came to Hosea son of Beeri in the days of Uzziah, Jotham, Ahaz, and Hezekiah, kings of Judah, and in the days of Jeroboam son of Joash king of Israel ” (Hosea 1:1).

On the fifth day of the month, in the fifth year of King Jehoiakim’s exile, the word of the Lord came to Ezekiel the priest, son of Buzi, in the land of the Chaldeans by the River Chebar; and there the hand of the Lord came upon him ” (Ezekiel 1:2-3).

Furthermore, the New Testament authors affirm the inspiration of the Old Testament:

All this took place to fulfill what the Lord had said through the prophet: ” (Matthew 1:22).

Brothers, the Scripture had to be fulfilled, which the Holy Spirit foretold through the mouth of David concerning Judas, who became a guide for those who arrested Jesus ” (Acts 1:16).

David himself said through the Holy Spirit: ‘The Lord said to my Lord: “Sit at my right hand until I put your enemies under your feet ”” (Mark 12:36).

This last verse was quoted by Jesus Himself. That is, Jesus affirmed the inspiration of the Old Testament.

What about the New Testament?

When Paul writes that “all Scripture is given by inspiration of God,” he was most likely referring to the Old Testament, since the word Scripture (“graphe”) refers to the Old Testament when used in the New. We must also remember that when Paul wrote this letter, parts of the New Testament had not yet been written. Was inspiration then limited to the Old Testament? No, it was not.

Notice how Peter speaks of Paul’s letters in 2 Peter 3:15-16: “And consider the patience of our Lord as salvation, just as our beloved brother Paul also wrote to you, according to the wisdom given to him. And in all his letters he speaks about this matter. In them there are some things that are hard to understand, which the ignorant and unstable distort— just as they distort the rest of the Scriptures —to their own destruction.” Peter seems to equate Paul’s letters with the Old Testament and grant them equal authority.

1 Timothy 5:18 is another crucial text on this issue. Paul writes, “ For the Scripture says, ‘ You shall not muzzle an ox while it treads out the grain,’ and, ‘The laborer is worthy of his wages.’” Paul quotes two different passages in this verse and refers to both as Scripture. The first is found in Deuteronomy 25:4 and the second in Luke 10:7. This means that Paul thought that Luke’s Gospel was Scripture just as the Old Testament is.

We even have some clues that suggest the apostles knew they were writing God’s Word. Paul writes in 1 Corinthians 14:37, “If anyone thinks he is a prophet or spiritual, let him acknowledge that what I am writing to you is a command from the Lord .” Additionally, Paul states in 1 Thessalonians 2:13, “For this reason we also thank God continually that when you received the word of God which you heard from us, you accepted it not as the word of men but as it really is, the word of God, which also works in you who believe.”

Peter also comments, “that you may remember the words spoken beforehand by the holy prophets and the commandment of the Lord and Savior as declared by your apostles ” (2 Peter 3:2). The apostles, then, believed that they spoke with authority from God. And they could do so because Jesus promised them that the Holy Spirit would guide them in the process. (John 14:26; 16:13)

Mechanical dictation?

Peter points out, “But know this first of all, that no prophecy of Scripture is a matter of one’s own interpretation. For no prophecy was ever made by the will of man, but men spoke from God as they were carried along by the Holy Spirit” (2 Peter 1:20-21). Some suggest that the activity of the Holy Spirit is a lot like annoying mechanical dictation. But this would be a mistake. As I mentioned earlier, inspiration extends only to the finished product of Scripture. That is, God worked in and through the abilities, personalities, and experiences of the human authors as they wrote their various works. In short, the biblical authors produced their Scriptures in different ways.

The author of Hebrews touches on this point when he tells us, “God spoke long ago, at sundry times, and in divers manners, to the fathers by the prophets” (Hebrews 1:1). Notice how he states that the prophets spoke “in many ways.” And Scripture makes abundantly clear these different ways. Consider a few examples:

  • Research/Interpretation: “ Now concerning this salvation the prophets who prophesied of the grace to come to you searched and investigated diligently, seeking to know what person or time the Spirit of Christ within them was indicating when he foretold the sufferings of Christ and the glories that would follow ” (1 Peter 1:10-11)
  • Dictation: “ Write to the angel of the church in Ephesus… ” (Revelation 2:1)
  • Investigative Search: “ Forasmuch as many have undertaken to compile a record of the things which are most certain among us, just as they were handed down to us by those who from the beginning were eyewitnesses and ministers of the word, it seemed fitting for me also, having diligently investigated everything from the beginning, to write an orderly account to you, most excellent Theophilus ” (Luke 1:1-3)

Furthermore, the biblical authors wrote poetry, wisdom literature, letters, and prophecies. And in doing so, God worked through them in such a way that did not override their unique perspective. At the same time, He oversaw the process to ensure that their message was accurate when communicated. As the Chicago Statement on Biblical Inerrancy notes: “We affirm that God, in His work of inspiration, utilized the distinctive personalities and literary styles of the writers He had chosen and prepared. We deny that God, by having these writers use the very words He chose, overrode their personalities.”

Evidence of Inspiration

Some argue that inspiration appeals to circular reasoning because we must appeal to Scripture itself to claim inspiration. While that is a fair criticism, Christians are right to appeal to Scripture because it is our highest authority. If we appeal, for example, to human reasoning, then we elevate human reasoning to a higher authority than Scripture.

That said, we do have good evidence for inspiration in fulfilled prophecies. I could list dozens of fulfilled prophecies, but I will only briefly touch on two of them. First, Isaiah 53 correctly predicts Christ’s crucifixion. Of note is the fact that Isaiah says, “He was pierced for our transgressions” (Isaiah 53:5, ESV). This method of death is significant because in Isaiah’s day, the Jewish methods of execution were stoning or hanging. How could Isaiah correctly predict the kind of death Jesus would suffer seven hundred years earlier?

Another example is Daniel 9. Although I won’t go into details, Daniel predicts the exact time of Christ’s arrival. Furthermore, Daniel says that the Messiah will be “slain” (killed) just before the destruction of Jerusalem and the temple. Jesus was crucified in A.D. 30. The Romans destroyed Jerusalem and the temple in A.D. 70.

Inerrancy

Inerrancy follows naturally from inspiration. In other words, if God is the author behind the entire Bible, then everything must be true because God always tells the truth. Consider the following texts:

in which it is impossible for God to lie ” (Hebrews 6:18)

Now therefore, O Lord God, you are God, your words are truth ” (2 Samuel 7:28)

Every word of God is proven; ” (Proverbs 30:5)

Sanctify them by the truth; your word is truth” (John 17:17)

Notice that Jesus doesn’t just say that God’s word is true, but that it is the TRUTH. It is the absolute standard of truth. And lest anyone think that this idea of ​​inerrancy is a modern invention, listen to some of the church fathers:

“You have searched the Scriptures, which are true and have been given by the Holy Spirit. You know that nothing unjust or false is written in them,” Clement of Rome, 1st century.

“The statements of Holy Scripture never contradict the truth,” Tertullian, 3rd century.

“Some are of the opinion that the Scriptures do not agree or that the God who gave them is false. But there is no disagreement at all. Far from it! The Father, who is the truth, cannot lie.” Athanasius, 4th century.

In short, while Scripture does not give us exhaustive knowledge of all things (how to change a tire, for example), it does not assert anything that is contrary to fact.

The next post

In the next post we will look at how the Old Testament came into being. In particular, we will address the nature of the development of the Old Testament, its authors and editors, as well as its preservation.

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Ryan Leasure holds a Master of Arts degree from Furman University and a Master of Divinity degree from the Southern Baptist Theological Seminary. He is currently a Doctor of Ministry candidate at the Southern Baptist Theological Seminary. He also serves as pastor at Grace Bible Church in Moore, SC.

Original blog source: https://bit.ly/3w9hBum Translated by Monica Pirateque Edited by Daniela Checa Delgado