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Por J. Brian Huffling

El Problema

El 22 de agosto de 2021, el Christian Post publicó un artículo en el que se afirmaba que más “del 60% de los cristianos nacidos de nuevo en Estados Unidos con edades entre los 18 y los 39 años creen que Buda, Mahoma y Jesús son todos caminos válidos para la salvación y más del 30% afirman que creen que Jesús pecó como otras personas” o que “no están seguros”. Además, la encuesta realizada a “3.100 estadounidenses de entre 18 y 55 años en 2020” vio un descenso significativo en lo que ellos llaman una “cosmovisión bíblica básica”, que incluye cuestiones como la naturaleza de Dios, la fiabilidad de la Biblia, la salvación, así como la impecabilidad de Jesús. El número de personas en esa categoría disminuyó “del 47% en 2010 al 25% en 2020 entre los cristianos nacidos de nuevo”. Lo que se denomina “cosmovisión bíblica ampliada” (creencias respecto a Satanás y la moral objetiva) cayó “del 32% en 2010 al 16% en 2020.” Hubo una caída notable entre “la población general” también con respecto a las creencias básicas de la cosmovisión bíblica (13% a 6%) y para la cosmovisión bíblica expandida (9% a aproximadamente 3%).

Evaluación

¿A qué se debe el descenso  de estas creencias? Según Kirby Anderson, especialista en ética y presidente de Probe Ministries, esto se debe “a que los pastores no enseñan sistemáticamente la teoría bíblica” y a que “los jóvenes cristianos no prestan atención” por estar distraídos con otros asuntos, como las redes sociales y lo que sea más importante para ellos.

¿Pueden las personas sostener estas posiciones no bíblicas y ser realmente cristianos “nacidos de nuevo”? Esta última pregunta es para otra ocasión. Me concentraré en la primera. Estoy de acuerdo con Anderson en que, hasta cierto punto, los pastores y los líderes de las iglesias comparten la culpa en esta situación. Las iglesias suelen estar más interesadas en otras cuestiones que en el discipulado y el aprendizaje genuino. Muchos, si no la mayoría de los cristianos, ni siquiera pueden articular las creencias básicas de su fe. Por ejemplo, doctrinas como la Trinidad y la divinidad de Cristo suelen, o al menos a menudo, ser distorsionadas por los cristianos cotidianos. A menudo, incluso los pastores no pueden describir con precisión los fundamentos de tales doctrinas. En algunos círculos, la falta de educación teológica se celebra, ya que supuestamente desvía la atención de la guía y la enseñanza del Espíritu Santo. Si Dios nos dice lo que tenemos que creer y de lo que tenemos que hablar en la iglesia, ¿para qué ir a la escuela? Trato estos temas en otro post que escribí sobre tener una fe intelectual. Sin embargo, ya no basta con saber lo que dice la Biblia. Es imperativo que no sólo sepamos qué es el cristianismo, sino que sepamos si lo creemos, por qué lo creemos y cómo defenderlo. Este último punto apenas se discute en las iglesias.

Sin embargo, los pastores no son la única causa de este problema. Hay una gran cantidad de causas. Aunque la iglesia está destinada a fomentar y alimentar nuestra vida espiritual, no está destinada a ser el medio principal para conseguirla. Nuestra vida espiritual debe empezar en casa.

Otra cuestión es la educación en general. A menudo no se permite a los estudiantes fracasar en la escuela. El conocimiento general del mundo y de la historia de las ideas ha disminuido. El pensamiento crítico y la lógica se han eliminado del plan de estudios general. La lista es interminable. Los sentimientos están por encima de la lógica y la regla fundamental es no ofender a los demás. Hoy en día, ofender a los demás es el pecado imperdonable. La falta de lógica y la abundancia de sentimientos han sido una fórmula infalible para la irracionalidad. ¿Necesita un ejemplo? ¿Quién iba a pensar hace una década, por no hablar de hace una generación, que el género de una persona no sería un hecho objetivo y científico, sino que se basaría simplemente en deseos y sentimientos? ¿Por qué las personas supuestamente racionales aceptan esta locura? Porque no queremos herir los sentimientos de nadie y queremos ser inclusivos.

Lo mismo se aplica a la religión. Si uno dice que Jesús es el único camino a la salvación, entonces necesariamente es excluyente, sin amor, intolerante, etc. Así, se ha violado la regla cardinal. Los sentimientos se elevan por encima de la razón y la realidad. Entonces, ¿qué debe hacer una persona? Me alegro de que lo pregunte.

Estudiar la lógica

Muchas de las ridículas afirmaciones que se hacen hoy en día, como que toda religión es verdadera, pueden refutarse simplemente comprendiendo las reglas básicas del pensamiento y la realidad. Por ejemplo, la ley de no contradicción establece que algo no puede ser X y no-X simultáneamente. En otras palabras, si una religión, como el judaísmo, el cristianismo y el islam, enseña que un Creador provocó la existencia del universo, y las religiones panteístas, como el hinduismo, enseñan que no hay un Creador y que el universo siempre ha existido, entonces esas dos enseñanzas no pueden ser ambas verdaderas. Dado que la existencia de Dios es algo importante en la mayoría de las religiones, la negación de una deidad falsificaría muchas, si no la mayoría, de las religiones. En otras palabras, no todas las religiones pueden ser iguales. Jesús no puede ser el único camino de salvación y no ser el único camino de salvación. Es un camino o el otro.

También es importante señalar que toda afirmación es exclusiva, ya que dice que lo contrario es falso. Mientras que afirmar que Jesús es el único camino es exclusivo y estrecho, lo contrario es igual de exclusivo y estrecho. El número de personas en consideración no tiene nada que ver con la naturaleza de la exclusividad o estrechez de la afirmación real. Esto nos lleva a otro punto:

Conocimiento de la enseñanza religiosa

Muchos cristianos podrían afirmar que la Biblia no dice que Jesús es el único camino. Sin embargo, la Biblia hace tales afirmaciones en abundancia. Por ejemplo, Jesús dijo: “Jesús le dijo*: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. “. Juan 14:6 (LBLA). Además, Hechos 4:12 afirma: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que podamos ser salvos”. Por lo tanto, la Biblia puede estar lógicamente equivocada, pero no puede tener razón y estar equivocada en el mismo punto al mismo tiempo, por la ley de no contradicción. Afirma claramente que Jesús es el único camino a la salvación. Si no lo es, entonces la afirmación bíblica es simplemente falsa. Por lo tanto, uno puede negar la Biblia, pero no puede reescribirla. Estamos atados a lo que dice, sin importar si rompe nuestra regla cardinal de no ofender a otros. El punto: si esta es una creencia necesaria para ser cristiano, entonces uno puede negarla, pero no puede negarla y seguir siendo un Cristiano verdadero. En lugar de poner nuestras emociones y deseos como norma de la verdad, la Biblia nos incomoda con la razón y la realidad, dos aspectos incómodos para nuestro entorno cultural actual.

Los pastores y las iglesias pueden preparar a sus congregantes

Ha habido muchas encuestas, como la citada aquí, que hablan de que el 75% de los jóvenes abandonan el cristianismo después de su primer semestre de universidad. Si bien no estoy de acuerdo con estas cifras, ya que a lo mejor muchos no eran realmente creyentes, es absolutamente cierto que los padres y los pastores deben preparar a los jóvenes para la universidad. Las charlas motivacionales en la iglesia, los campamentos de la iglesia y los conciertos cristianos son estupendos, pero no empiezan a enseñar a los jóvenes a articular y defender su fe. Los no creyentes son despiadados en su odio al cristianismo y a todo lo racional; por lo tanto, es importante formar a nuestros jóvenes no sólo para que conozcan los fundamentos del cristianismo, sino también para que sean capaces de explicar por qué lo creen.

Los padres deben capacitar a sus hijos

Si bien las iglesias comparten la culpabilidad de estos temas, los padres también tienen un papel vital en la educación de sus hijos. Las escuelas y las iglesias ayudan a ello, pero en última instancia, si tenemos hijos criados en nuestros hogares y en la iglesia, y su profesor de Introducción a la Filosofía destroza su fe en tan sólo unas semanas, entonces probablemente no estaban muy bien educados sobre su fe para empezar. (Todo esto dice algo sobre la noción de que uno debe simplemente tomar las afirmaciones del cristianismo sólo por fe, donde fe significa fe irracional o ciega. Esto no sólo es irracional y antibíblico, sino que también es peligroso, ya que lo deja a uno expuesto a una serie de dudas cuando se enfrenta a ello).

Dónde acudir en busca de respuestas

 Cuando tenía quince años, empecé a hacerme preguntas sobre mi fe. No dudaba de ella, pero no estaba seguro de por qué la creía. Un día me di cuenta de que, en materia de religión, todo el mundo cree tener razón. Pues bien, no todos podemos tener razón, según esa persistente ley de no contradicción. Entonces, ¿cómo sabía que tenía razón? Empecé a estudiar apologética (ser capaz de defender la posición de uno, en este caso sobre el cristianismo) a un nivel muy laico. En la universidad, decidí que quería un conocimiento más profundo de estos temas. Descubrí el Southern Evangelical Seminary. El SES es una de las mejores escuelas del mundo para estudiar apologética. (Aclaración: actualmente soy profesor en SES.) SES ofrece certificados, una licenciatura, varios másteres, un doctorado en ministerio y un doctorado. Todos los programas de estudio tienen un componente apologético integrado en el tejido de los cursos. Si está interesado en aprender a entender y defender mejor su fe, o en ayudar a su familia a hacerlo, ¡deje que SES le ayude!

Recursos recomendados en Español: 

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek  

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J. Brian Huffling, PH.D. Tiene una licenciatura en Historia por la Universidad de Lee, un máster en (3 especialidades) Apologética, Filosofía y Estudios Bíblicos por el Seminario Evangélico del Sur (SES), y un doctorado en Filosofía de la Religión por el SES. Es director del programa de doctorado y profesor asociado de filosofía y teología en SES. También imparte cursos para Apologia Online Academy. Anteriormente ha enseñado en el Instituto de Arte de Charlotte. Ha servido en los Marines, en la Marina y actualmente es capellán de reserva en las Fuerzas Aéreas en la Base Aérea de Maxwell. Sus aficiones incluyen el golf, la astronomía de patio, las artes marciales y la guitarra.

Blog Originalmente publicado aquí: https://cutt.ly/4PnnoGE

Traducido por Jennifer Chavez

Editado por Yatniel Vega García

 

Por Carlos E. Rodríguez

¡Dios nos bendiga!

Uno de los temas más mencionados en casi cualquier escenario es el de la Biblia. Se habla sobre su contenido y sobre su composición. Sin importar la temática del espacio, se suele hablar de su relevancia en la actualidad y hasta de su supuesta creación por un grupo elitista para gobernar a las masas pobres e ignorantes, buscando siempre tenerlas bajo control. Para bien o para mal, siempre hay una opinión acerca de este libro, y siempre viene dada por un experto o por quien solo repite lo que oye de otros o ha leído. Dentro de este mismo contexto suele surgir la famosa pregunta: ¿cómo sabemos que la Biblia no ha sido cambiada? ¿Cómo podemos estar seguro que lo que está escrito en ella no fue lo que un grupo planificó decirnos con unos fines específicos? ¿No parece la sospecha obvia, dado el hecho de que la historia nos enseña como algunos han usado su contenido para someter otros?

Es bueno tener dudas, lo malo es aceptar como verdad lo que no lo es. Con relación a si la Biblia ha sido cambiada o no, tenemos muchas creencias que no están basadas en hechos reales o evidencias verídicas. Más bien, muchas preguntas son el fruto de mitos populares que se basan en la ignorancia de muchos factores. Por ejemplo, se supone que el texto debió haber sido cambiado porque muchos años de escribir y transcribir “debe” provocar cambios en el contenido. Este debe es una suposición a priori, nada que ver con alguna evidencia. No es que en el proceso de copiar los manuscritos no se pudieron cometer errores de transcripción, esto es posible y hasta tenemos evidencias de ellos; pero esto es muy diferente a suponer a priori que el contenido del texto bíblico ha sido cambiado. Y es aquí donde comienzan a surgir algunas preguntas con respecto a esta suposición: ¿a qué se refiere el que hace la pregunta con cambios en la Biblia? ¿A cualquier variación o a un cambio a propósito de algo que afectaba la fe de la iglesia de ese momento o la comprometía de alguna forma? Si se refiere a cualquier tipo de variación en el texto esto no es ningún problema, pues estos cambios son de esperar en el simple paso de traducir de un idioma a otro. Aunque es de esperar variaciones por el paso de una lengua a otra, el contenido sigue siendo el mismo, lo que varía es la forma de transmitirlo. Si alguien cree que esto supone un problema me imagino que esa persona tiene una solución para comunicar un texto escrito en 3 idiomas antiguos (hebreo, arameo y griego) en el idioma de cada quien sin hacer una traducción. De lo contrario, ya debe de saber por qué esto no es un inconveniente. Con relación al otro aspecto, esto trae más problemas de los que nos podamos imaginar. Si con cambios hablamos de pasajes o textos completos que afectaban la fe y/o comprometían a la iglesia de alguna forma, entonces lo primero que necesitamos es preguntar: ¿Dónde están esos textos sin cambiar a partir de los cuales se plantea la sospecha de que la biblia ha sido cambiada? ¿Cómo se llaman esos manuscritos? ¿A qué familia pertenecen? No tenemos tales textos, no existen. Aclaro, es normal que surja la duda y se haga la pregunta, el problema es hacer de una sospecha sin fundamento una postura sólida. Sin evidencia textual que sirva como prueba para sostener esta creencia, la misma solo es una suposición sin fundamento real. La misión del creyente consistirá simplemente en mostrar la integridad de los textos más antiguos y compararlos con nuestros textos actuales. De esta simple forma habrá derrumbado esta duda justificada hasta cierto punto. De hecho, es lo que haremos paso a paso en esta serie. Lo que se busca  ver en forma general es que:

  1. Lo que se dijo es lo que tenemos en el texto.
  2. Lo que tenemos en el texto actual no ha cambiado con lo que tenemos en los textos antiguos.
  3. Las traducciones y versiones de la biblia no son prueba de cambios en el segundo aspecto ya mencionado.

Viendo todos estos tópicos, más las implicaciones que conllevan cada uno, podremos concluir satisfactoriamente que no existe razón para suponer que el texto ha sido cambiado para ocultarnos algo que podría derrumbar la fe actual que profesamos, en el peor de los casos.

El problema del problema

Aunque nuestro plan es ver todo esto paso a paso, ya de entrada podemos ofrecer un argumento para descartar estos tipos de cambios. Los no creyentes enemigos del cristianismo son los que usualmente plantean esta duda a un nivel de hecho incuestionable. Es normal escuchar afirmaciones como: sabemos que toda la biblia ha sido cambiada a conveniencia de ustedes. Lo curioso de esto es que no se ofrecen evidencias que apoyen este tipo de afirmaciones. De la misma manera, son los mismos no creyentes antagónicos al cristianismo quienes afirman incansablemente: no puedes confiar en la biblia, pues está llena de errores. Luego de, pasan a mencionar algunos de esos errores que prueban que no podemos confiar en el contenido del texto, como: Jesús llamando a la semilla de mostaza la más pequeña de las plantas, cifras dispares, el caso de Josué y el sol que se detiene, cuando es la tierra que gira a su alrededor, etc. Todos estos, y unos cientos más de ejemplos, son las pruebas traídas a la mesa por el no creyente para probar que la biblia no es confiable, pues está llena de errores. Bien, todo bien hasta aquí, no tengo espacio para responder todo esto; pero, son justamente todos estos problemas los que usaré para demostrar que es imposible sostener que la biblia ha sido cambiada a la luz de estos supuestos errores actuales. Quien afirma que la biblia ha sido cambiada, y que esto supone un problema, pero también afirma errores en el texto actual; tiene un problema más grande que el que señala, puesto que si el texto bíblico ha sido cambiado: ¿por qué entonces seguimos encontrando esos errores que el no creyente señala? ¿Por qué no fueron suprimidos por las mismas personas que cambiaron los textos que suponían un problema para la iglesia de la época? La solución a este problema no es decir que no se sabe o que se les pasó, puesto que, si no se les pasó otros, en más de cientos de años; no hay forma que estos pasen desapercibidos. A menos que el no creyente guste en sugerir que la iglesia no leía la biblia y eran otros los que encontraban los problemas en la misma, y en esa medida era que se cambiaban. Esto no solo es imposible de probar, sino que es afirmar algo gratuitamente.

Las 2 acusaciones por parte de los no creyentes nos proveen de un argumento con el cual podemos demostrar, de entrada, que la biblia no ha sido cambiada. Podemos argumentar diciendo que:

  1. Si la Biblia ha sido cambiada entonces la Biblia no puede contener errores.
  2. La Biblia contiene errores.
  3. Por lo tanto, la Biblia no ha sido cambiada.

Para defender las premisas de este sencillo argumento solo basta repetir las mismas acusaciones de los antagonistas. Ellos dicen que la biblia ha sido cambiada, y para defender la premisa 1 solo tenemos que usar sus propios argumentos. Para defender la premisa 2 solo será suficiente señalar los mismos errores actuales que señalan los no creyentes. De esta manera, tenemos un argumento lógicamente valido con premisas verdaderas que nos lleva a concluir que es imposible que la Biblia haya sido cambiada dado los errores que son señalados. Si por alguna razón el no creyente sugiere que el argumento no es válido por la falsedad de alguna de sus premisas, entonces ya sabe por qué lo que afirma está bastante errado. Este argumento es válido en la misma medida en que el no creyente sostenga cada una de estas premisas.

Conclusión

No podemos afirmar de forma segura que la Biblia ha sido cambiada. A lo sumo, podemos tener alguna sospecha o duda justificada, la cual se puede responder mirando la historia del proceso de producción del texto. Lo que sí no podemos hacer es sostener esta duda como una postura sólida, pues no lo es. Los que creen que sí, también sostienen que el texto está lleno de errores. Bueno, ambas afirmaciones son contrarias, y si son unidas correctamente podemos formar un argumento para descartar de entrada que no hay cambios en el texto, basados en la imposibilidad de que existan errores tomando en cuenta “los cambios sufridos”.

 


Carlos Enrique Rodríguez Alcántara es de República Dominicana, bloguero, predicador, maestro, conferencista y apologista. Esposo de Carolina. Miembro de la Iglesia Roca de Salvación Central, en donde ha sido director de educación y sub-director de educación del concilio. Tiene un grado asociado en teología de ESFOTEBIC. Certificado en filosofía, filosofía y ciencias (con honores) y pensamiento crítico por la universidad de Edimburgo, además de filosofía, ciencia y religión por la misma universidad.

Por Natasha Crain

En los últimos años, he tenido la oportunidad de hablar en varias conferencias cristianas y en iglesias acerca de la importancia de que los padres les enseñen apologética a sus hijos (cómo presentar defensa de la verdad de la fe cristiana). Cuando doy una charla, a menudo empiezo haciendo las siguientes dos preguntas.

Primero, les pregunto a los padres: “¿Cuántos de ustedes han venido aquí sabiendo que nuestro mundo se está volviendo muy secular y que, por esta razón, es probable que la fe de su hijo sea desafiada de alguna manera?”

El cien por ciento levanta la mano… todo el tiempo.

Segundo, les pregunto a los padres: “¿Cuántos de ustedes podrían afirmar que tienen la confianza de que saben específicamente cuáles serán esos grandes desafíos en cuanto a la fe?, ¿cómo tratarlos eficazmente con sus niños, y cómo se traduce eso en las responsabilidades parentales en el día a día?”

El cero por ciento levanta la mano… todo el tiempo.

Durante estos últimos cuatro años en los que he escrito en mi blog acerca de la crianza en los hogares cristianos, he tenido la oportunidad de recibir comentarios de cientos de padres. Esta brecha entre 1) saber que nuestro mundo secular afectará la fe de nuestros hijos y 2) comprender lo que eso significa exactamente para los padres, es casi universal, y con frecuencia, esto provoca temor y frustración: los padres saben que hay un problema, pero no saben cómo solucionarlo.

Esta brecha me llevó a escribir: “Keeping Your Kids on God’s Side: 40 Conversations to Help Them Build a Lasting Faith” (Mantener a tus hijos del lado de Dios: 40 Conversaciones para ayudarles a edificar una fe duradera). Con este libro, deseo ayudar a los padres a identificar y a comprender 40 de los desafíos más importantes en cuanto a la fe que necesitan abordar con sus hijos para que tales desafíos ya no se vean ambiguos e inmanejables. Pero una vez que los padres logran tener este entendimiento crítico, sigue presente la pregunta: ¿cómo se traduce eso en las responsabilidades parentales?

Aquí hay cinco puntos clave a tener en cuenta.

  1. Los padres deben comprometerse a profundizar continuamente en el entendimiento del cristianismo.

En un mundo secular, los niños con frecuencia se enfrentarán a desafíos en cuanto a su fe: especialmente de los ateos verbales. Los ateos a menudo están bien preparados para presentar sus argumentos en contra de Dios, y del cristianismo en particular. Desafortunadamente, muchos padres cristianos no están igualmente preparados para enseñarles a sus hijos a defender la verdad del cristianismo y proclamar sus creencias. Las preguntas que aparecen a continuación son de suma importancia para que los niños entiendan hoy, pero pocos padres están equipados para tratarlas de manera proactiva: ¿Qué evidencias hay en cuanto a la existencia de Dios? ¿Por qué un Dios Bueno permite la maldad y el sufrimiento? ¿Cómo un Dios amoroso puede enviar gente al infierno? ¿Es la fe en Dios contraria a la razón? ¿Cuáles son los hechos históricos de la resurrección con los que casi todos los eruditos están de acuerdo? ¿Cómo pueden creer los cristianos que los Milagros son posibles? ¿Cómo sabemos que la Biblia que tenemos hoy dice lo que los autores escribieron originalmente? ¿La Biblia apoya la esclavitud, la violación y los sacrificios humanos (como alegan los escépticos)?

En el pasado, cuando la sociedad era más cristiana —al menos nominalmente—, es posible que los padres podían evitar tratar las preguntas más difíciles de la fe con sus hijos (¡no que lo hayan hecho!). Pero los desafíos del presente requieren mucho más de los padres cristianos fieles. Debemos conocer cuáles son los grandes desafíos, equiparnos para hacerles frente y comprometernos a profundizar continuamente el entendimiento de nuestra fe para que podamos guiar a nuestros hijos debidamente.

  1. Los padres deben hacer intencionadamente un “espacio espiritual” en sus hogares.

Por supuesto, no basta profundizar tu propio entendimiento del cristianismo. De alguna manera debes traspasar tu entendimiento a tus hijos, y ese traspaso requiere de un tiempo apartado cuidadosamente. El tipo de conversaciones de fe que necesitamos tener con nuestros hijos hoy (al igual que las preguntas que aparecen en el punto 1) no van a suceder simplemente de manera significativa, a menos que te hagas un espacio espiritual para ellas. Por espacio espiritual, me refiero a un tiempo exclusivo para comprometerse como familia a crecer en el entendimiento y en la relación con Dios. No hay ninguna razón por la que un momento como éste no debe programarse, al igual que todas las demás actividades (menos importantes) de tu vida. Si actualmente no lo estás haciendo, comienza con unos 30 minutos por semana. Es una cantidad de tiempo razonable para cualquier familia, y siempre puedes desarrollarlo a partir de allí.

  1. Los padres deben estudiar la Biblia con sus hijos. De verdad.

Aun cuando has de saber que el estudio de la Biblia es importante, las estadísticas muestran que probablemente no lo estés haciendo: Menos de 1 de 10 familias cristianas estudian la Biblia juntos en una semana determinada. Si tus hijos perciben que has puesto la Biblia a un lado de las cosas importantes, tienen muy pocas razones para verla como el libro de autoridad tal como lo afirmamos nosotros como cristianos. No tiene ningún sentido que digas que la Biblia es la Palabra de Dios si no la tratas como tal.

Mientras tanto, la Biblia es el punto de ataque favorito de los escépticos y nuestros hijos tendrán una enorme oportunidad de oír que es un libro antiguo e irrelevante, lleno de inexactitudes y contradicciones. Si no estudias tu Biblia con tus hijos regularmente, llegará un buen momento en que a ellos ya no les importará lo que tiene para decirles. (Lee mi artículo: “Don’t Expect Your Kids to Care What the Bible Says Unless You’ve Given Them Reason to Believe It’s True” para ver más sobre este tema) [No esperes que a tus hijos les importe lo que la Biblia dice a menos que les hayas dado razones para creer que es verdad].

  1. Los padres deben, proactiva y regularmente, preguntarles a sus hijos qué tipo de consultas tienen sobre la fe.

En un mundo secular, donde los niños constantemente oyen sobre las cosmovisiones que compiten entre sí, te garantizo que continuamente surgirán las preguntas. Pero hay muchas razones por las que los niños no las hacen: a ellos les pueden estar pasando demasiadas cosas, tienen temor a tus reacciones o tal vez, ellos simplemente no están suficientemente interesados como para hablar de ellas.

En nuestra casa, hemos implementado una “noche de preguntas” programada para ayudarles en este respecto. Puedes leer sobre cómo empezar la tuya en mi artículo: “How to Get Your Kids to Ask More Questions about Their Faith” (Cómo hacer que tus hijos te hagan más preguntas acerca de la fe).

  1. Los padres deben hacer a sus hijos las preguntas difíciles que a ellos no se les ocurren.

Si regularmente animas a tus hijos a que te hagan preguntas sobre la fe (ver el punto 4), tendrás un montón de conversaciones geniales. Pero muchas de las preguntas que son importantes para que tus hijos entiendan a la hora de prepararse para enfrentarse al mundo secular son aquellas que tal vez jamás se les han pasado por la mente. Por ejemplo, a la mayoría de los niños no se les ocurre preguntar cómo sabemos que la Biblia que tenemos hoy dice lo que escribieron los autores originales. Pero eso no quiere decir que sea menos probable que se van a encontrar con escépticos que les dirán que la Biblia no es para nada confiable por esa misma razón. Así como no esperamos que nuestros hijos nos hagan preguntas sobre la Segunda Guerra Mundial antes de decidir qué, cómo y cuándo enseñarles acerca de ella, no debemos esperar a que nuestros hijos tengan que enfrentar los desafíos para empezar a hablar de ellos. Indudablemente, van a oír acerca de estos temas de los escépticos en algún punto, así que no hay razón para que no los escuchen de nosotros primero.

keeping your kids in God's side

Recursos de mayor impacto:

 


Natasha Crain es una bloguera, autora y oradora nacional que siente pasión por equipar a los padres cristianos para educar a sus hijos en la comprensión de cómo presentar un caso y defender su fe en un mundo cada vez más secular. Es autora de dos libros de apologética para padres: Talking with Your Kids about God (Hablando con tus hijos sobre Dios) (2017) y  Keeping Your Kids on God’s Side (Manteniendo a tus hijos del lado de Dios) (2016). Natasha tiene un Maestría en marketing y estadísticas en la UCLA y un certificado en apologética cristiana de la Universidad de Biola. Ex ejecutiva de mercadotecnia y profesora adjunta, vive en el sur de California con su esposo y sus tres hijos.

Blog Original: http://bit.ly/2ST55uL

Traducido por Natalia Armando

Editado por María Andreina Cerrada