¿Por qué los cristianos deben preocuparse por la lógica?

Por Andrew Cabrera

Hace unos años estaba en una fiesta de Navidad y alguien se acercó a mí y empezó a hablarme de mis creencias sobre Dios. En un momento de la conversación hizo la vieja pregunta: “¿Puede Dios hacer una piedra tan pesada que él mismo no pueda levantarla?”. Entre otras cosas, mencioné que la omnipotencia no significa que Dios pueda hacer lo que es lógicamente imposible. Entonces la conversación terminó abruptamente cuando dijo: “No se puede usar la lógica para hablar de Dios. Dios no se rige por la lógica del hombre!”. Luego asintió con la cabeza e inclinó su ala de pollo hacia mí como si dijera “¡Te atrapé!” y se alejó triunfante antes de que yo tuviera la oportunidad de decir una palabra. ¿Tenía razón? ¿Se rige Dios por la lógica? ¿Puede Dios hacer lo lógicamente imposible?

¿Por qué los cristianos deben preocuparse por la lógica?

¿Cuáles son las leyes de la lógica?

Las leyes de la lógica no son inventadas; son verdades descubiertas sobre la naturaleza de la propia realidad. Es comúnmente aceptado que hay tres leyes fundamentales de la lógica y que todos los demás principios lógicos se derivan de estas tres leyes; estas son: el principio de identidad, la ley del medio excluido y la ley de no contradicción. Cada una de ellas es similar, pero sutilmente distinta de las demás. El principio de identidad se puede simbolizar como ∀(p): (p=p), que es una forma elegante de decir que “p” es lo que es. La ley del medio excluido se puede simbolizar como (p v ~p), y significa que siempre se dará el caso de que o bien “p” o bien “no p” sea cierto (no hay una tercera opción). Y, por último, la ley de la no contradicción puede simbolizarse como ~(p * ~p), y significa que tanto “p” como “no p” no pueden ser verdaderos de la misma manera al mismo tiempo. Esto puede parecer un poco abstracto, pero sólo quería asegurarme de que empezamos en una misma base sobre lo que son las leyes de la lógica antes de intentar aplicarlas.

¿Se rige Dios por la lógica?

Primero hay que distinguir entre lo que ES lógicamente coherente y lo que PARECE lógicamente coherente. Nuestra intuición racional puede fallar en ocasiones. Podemos pensar que nuestra intuición racional falla en términos de lo que los estadísticos llaman errores de tipo I y errores de tipo II. Un error de tipo I también se conoce como “falso positivo”, esto ocurre cuando tu intuición racional dice que algo es lógico cuando en realidad no lo es. Por el contrario, cuando tu intuición racional dice que algo es ilógico cuando en realidad es lógicamente coherente, esto es un error de tipo II o un “falso negativo”. Dios es intrínsecamente racional y no puede oponerse a su naturaleza, pero no se limita a nuestra “lógica” cuando cometemos tales errores. Lo que nos PARECE lógico en este momento, puede no SERLO siempre, después de un examen más profundo. Dios no está sometido a las leyes de la lógica, como si fueran fuerzas exteriores que actúan sobre él; pero de la misma manera que los cristianos ven la bondad misma como algo metafísicamente ligado a la benevolencia de Dios, también podemos ver la racionalidad y la lógica como ontológicamente ancladas en la naturaleza de Dios mismo. Dios no se somete a la lógica externa, ni dicta arbitrariamente la lógica, sino que es racional en virtud de su naturaleza esencial.

¿Por qué debería importarme la lógica como cristiano?

Estamos hechos a imagen de Dios como seres morales y racionales. Del mismo modo que debemos esforzarnos por imitar la bondad de Dios, también debemos esforzarnos por imitar su racionalidad. La lógica no sólo nos ayuda a alcanzar una comprensión más sólida de la naturaleza de Dios, sino que es esencial para cumplir nuestros mandatos de compartir el evangelio y tener una defensa preparada de la esperanza que llevamos dentro. Lejos de ser una fuerza opuesta, la lógica está en el centro de la fe cristiana. A lo largo del Antiguo y del Nuevo Testamento, los autores (e incluso el propio Jesús) hacen afirmaciones de exclusividad, identidad y realidad ontológica; todas ellas carecen de sentido sin reconocer primero las leyes fundamentales de la lógica. La exégesis adecuada, los datos históricos, todo argumento clásico a favor de la existencia de Dios, toda posición teológica que se adopte, e incluso el propio mensaje evangélico, dependen todos -de un modo u otro- de que estas leyes fundamentales sean ciertas. Incluso la propia naturaleza y existencia de Dios debe describirse en términos de estas leyes fundamentales. Si se quita el principio de identidad, la identidad y la deidad de Cristo tambien se pierden. Si se quita la ley de no contradicción, también se pierde la exclusividad de la verdad misma, y cualquier noción significativa de la existencia de Dios se va con ella.

Recursos recomendados en Español: 

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek  

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Andrew Cabrera es un estudiante de grado que actualmente está trabajando para obtener su licenciatura en Filosofía (con planes de seguir un trabajo de posgrado en filosofía después). Nació y se crió en la zona de la bahía de San Francisco, donde sigue viviendo con su mujer y su hijo. Sus intereses académicos incluyen: Metafísica, Lógica Formal, Filosofía Política y Filosofía de la Religión.

Fuente Original del blog: https://bit.ly/3bsxSUw  

Traducido por Jennifer Chavez 

Editado por Monica Pirateque