El Dragón del Garaje vs Dios

En el reciente debate entre Frank Turek y Michael Shermer, éste último trató de invalidar la hipótesis de Dios que presentó Frank como una explicación a algunos hechos sobre la realidad utilizando la famosa analogía de “el dragón en el garaje”, utilizada por primera vez por Carl Sagan en su libro El Mundo y Sus Demonios.

Esta es la analogía original:

“En mi garaje vive un dragón que escupe fuego por la boca”. Supongamos que yo le hago a usted una aseveración como ésa. A lo mejor le gustaría comprobarlo, verlo usted mismo. A lo largo de los siglos ha habido innumerables historias de dragones, pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!

—Enséñemelo —me dice usted.

Yo le llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está.

—¿Dónde está el dragón? —me pregunta.

—Oh, está aquí —contesto yo moviendo la mano vagamente—. Me olvidé de decir que es un dragón invisible.

Me propone que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón.

—Buena idea —replico—, pero este dragón flota en el aire.

Entonces propone usar un sensor infrarrojo para detectar el fuego invisible.

—Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor.

Sugiere pintar con spray el dragón para hacerlo visible.

—Buena idea, sólo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría.

Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física que usted me propone con una explicación especial de por qué no funcionará. Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo y flotante que escupe un fuego que no quema y un dragón inexistente? Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa decir que mi dragón existe? Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto a demostrar que es cierta. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspirarnos o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo que yo le he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo.

La versión de Shermer tiene algunas variantes para ridiculizar la postura de Frank de la existencia de Dios como explicación al origen del universo, los valores y deberes morales objetivos y el ajuste fino del universo. El objetivo principal de Shermer es demostrar que la existencia de Dios es imposible de refutar de la misma forma que no puedes refutar la existencia del dragón del garaje. ¿Pero es esto un buen argumento? En realidad no. Déjenme explicar el porqué.

Lo primero que nos quiere hacer creer Shermer utilizando la analogía de Sagan, es que los atributos de Dios que los teístas le atribuyen son meras afirmaciones gratuitas sin evidencia alguna. Aquí Shermer tienen en mente la teología revelada, aquellos atributos que sabemos que Dios posee por medio de su palabra revelada a nosotros: la Biblia. Pero en el debate con Frank—y en la apologética no presuposicionalista en general— uno no afirma los atributos de Dios como en el caso del dragón del garaje. Y aunque no es necesario, permítanme comparar al dragón de garaje y a Dios con respecto a sus respectivos atributos.

Dragón del Garaje

Invisibilidad. Este atributo es otorgado sin evidencia alguna.

Levitación. Tampoco se infiere en base a ninguna evidencia.

Fuego frío. Al igual que los anteriores, tampoco hay argumento alguno para atribuirle esta propiedad al dragón, más aún, la propiedad es auto-contradictoria.

Inmaterialidad. Cero argumentaciones, y al igual que el fuego frío, esta es una propiedad contradictoria con un dragón. Para que un dragón pueda ser un dragón, debe tener un cuerpo con ciertas características esenciales de un dragón, no puede ser incorpóreo.

Dios

Creador, metafísicamente necesario, auto-existente. Estos atributos se infieren por medio del argumento de seres contingentes y por el argumento ontológico.

Causa trascendente, personal, sin comienzo, no causado, atemporal, sin límite espacial, inmaterial, personal, sumamente poderoso. Estos atributos son requeridos dada la naturaleza de una causa que trasciende el universo y se infieren por medio del argumento cosmológico kalam.

Diseñador y sumamente inteligente. Estos atributos se infieren por medio del argumento del ajuste-fino del universo.

Perfectamente bueno, cuya naturaleza es el estándar de bondad y cuyos mandatos constituyan nuestros deberes morales. Y este último atributo se concluye por medio del argumento moral.

Como podemos ver, el dragón del garaje es completamente deficiente en comparación de Dios.

Shermer también cualifica la hipótesis de Dios como falacia de alegato especial, pero hemos visto con esta comparativa que este no es el caso. Ningún apologista serio en un debate se propone a rebatir las objeciones en contra de los argumentos a favor de la existencia afirmando que el ateo no tiene la capacidad para entender las propiedades de Dios como la mejor explicación a algunos hechos de la realidad.

Otro punto importante, es que Shermer también utiliza al dragón del garaje como parodia de Dios como explicación a los siguientes hechos sobre la realidad: el origen absoluto del universo, el ajuste fino y el fundamento para los valores y deberes morales objetivos. Pero su parodia falla miserablemente por dos razones: la primera es, como ya vimos, que algunos los atributos que posee el dragón del garaje son auto-contradictorios, razón más que suficiente para determinar que tal dragón es imposible que exista. Luego, por el bien del argumento, voy a ser muy amable en modificar al dragón quitándole todas sus propiedades contradictorias y agregándole la propiedad de omnipotencia, ¿puede ser el dragón la causa trascendente del origen del universo siendo que tiene el suficiente poder para traer el universo a la existencia? ¡Ni de broma! Una propiedad esencial del dragón es que tiene que ser material, corpóreo, sin esa propiedad dejaría de ser un dragón. Pero si nuestra versión del dragón omnipotente es corpórea, si es un ser físico, entonces no puede ser la causa del origen del universo, porque una de las características que debe tener la causa trascendente es ser inmaterial, no puede ser material porque la materia llega a la existencia con el origen del universo. Lo mismo va para ser el fundamento de los valores y deberes morales objetivos, nuestro dragón no puede ser eterno, tuvo que llegar a existir junto con el universo, por lo tanto, es contingente, y ningún ser contingente puede ser el fundamento para una moral objetiva.

Conclusión

Hemos visto que la analogía del dragón del garaje como lo presenta Michael Shermer como un argumento en contra de la hipótesis de Dios es deficiente por cuatro razones:

  1. Gracias a los atributos contradictorios que posee el dragón del garaje, podemos afirmar que su existencia es imposible.
  2. Los atributos de Dios se infieren por medio de argumentos deductivos, lo que no ocurre con el dragón del garaje.
  3. Defender los atributos del dragón del garaje sí es cometer la falacia de alegato especial, no lo es en el caso de Dios.
  4. El dragón del garaje como parodia de Dios para ser la causa trascendente del universo y el fundamento para la moral objetiva falla miserablemente por tratarse de un ser contingente (y eso otorgándole una existencia posible si le quitamos sus propiedades contradictorias).

Jairo Izquierdo Hernández es el fundador de Filósofo Cristiano. Actualmente trabaja como Director de Social Media y autor para la organización cristiana Cross Examined. Es miembro en la Christian Apologetics Alliance, estudia filosofía y es ministro de alabanza en la iglesia cristiana bautista Cristo es la Respuesta en Puebla, México.

 

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