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Cuando examinamos los evangelios, encontramos dos hechos científicos ocultos que aumentan la credibilidad de los relatos de los testigos oculares. Los autores de los evangelios incluyeron dos observaciones increíbles, a pesar de que ellos no entendían  completamente lo que habían visto (o lo que había sido visto por otras personas) en el momento de escribir los evangelios. Solo años más tarde, gracias a que nuestra comprensión de la biología ha aumentado, estas observaciones tienen sentido. Cuando un testigo declara enfáticamente  una observación incomprensible, solo por el hecho de que esa observación sea explicada por alguien más, muchos años después, la credibilidad del testigo aumenta.

Déjeme darle un ejemplo. Una vez tuve un caso en el que una testigo, Debbie, contó que las joyas de su madre habían sido tomadas por un hombre. Ella le dijo a la policía que llegó a casa temprano de la escuela y encontró al ladrón en su casa. El ladrón salió corriendo por la puerta de atrás, con Debbie persiguiéndolo muy de cerca. Debbie dijo que se desvaneció en  el momento en que él entró en su patio trasero  y, aunque Debbie comprobó las cercas alrededor de la propiedad de sus padres, el ladrón parecía haber desaparecido en el aire. El oficial de policía dudó de su historia, dado que Debbie ya había tenido problemas con la ley. El oficial supuso que robó las joyas y había inventado la historia del “ladrón que desaparece”.  Semanas más tarde, otro robo se produjo en el barrio, sin embargo, esta vez el ladrón fue detenido por la policía. Él confesó haber tomado las joyas del primer robo y dijo a los investigadores que él saltó inmediatamente debajo de la casa (a través de un respiradero abierto en la base), cuando fue perseguido por la joven que lo vio. Se escondió debajo de la casa durante varias horas hasta que la policía se hubiera ido. Luego salió cuidadosamente fuera del patio. La confesión del ladrón explica ahora las observaciones de Debbie; su testimonio se volvió confiable una vez  que se explicaron sus observaciones aparentemente increíbles.

Dos de los testigos de los Evangelios (Lucas y Juan) ofrecen detalles de la Semana de la Pasión que parecieron increíbles a las primeras personas que leyeron sus testimonios. Siglos más tarde, gracias a que nuestra comprensión de la biología humana mejoró, estas observaciones finalmente tuvieron sentido. Lucas, por ejemplo, describe la escena en el Huerto de Getsemaní, en la que Jesús oró antes de ser llevado cautivo:

Lucas 22, 41-44

Y él se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

Hematidrosis
Hematidrosis: Significa “sudar sangre”. Fenómeno raro que se produce en situaciones de estrés intenso. Los vasos sanguíneos pueden dilatarse hasta el punto de ruptura, de forma que se producen hemorragias en la capa de la epidermis más próxima a las glándulas sudoríparas. Así, la sangre se mezcla con el sudor y brota por la piel.
En la última línea de este pasaje, tenemos una descripción bastante inexplicable de Jesús sudando gotas de sangre. Al parecer, esto fue confuso para los primeros lectores de la Escritura; los Padres de la Iglesia no estaban muy seguros de qué hacer con esta descripción en sus propios escritos. Muchos trataban el versículo como una descripción poética por parte de Lucas. Justino Mártir, al describir el versículo en sus propias enseñanzas, por lo general omite esta línea por completo. Los lectores del mundo antiguo se esforzaron por dar sentido a la descripción de Lucas, dado que nunca habían visto nada como esto en su propia experiencia personal. Hoy entendemos la ciencia oculta detrás de esta rara observación de Lucas. Como describe el Dr. Joseph Bergeron: “La Hematidrosis Psicogénica se ha reportado en un puñado de casos donde fue producida por el temor al daño físico inminente. La mayoría de estos casos reportados fueron personas que estaban a punto de ser ejecutadas”. El informe de Lucas sobre el sudor de sangre no era poético; se trataba simplemente de un ejemplo de ciencia escondida que aumenta la confianza de la observación original. Es poco probable que el Lucas inventara un detalle inexplicable si hubiera querido que la historia pareciera razonable a los primeros oyentes.

Lucas no es el único que describe algo confuso en la Semana de Pasión. Juan también incluye un detalle inexplicable en su descripción de Jesús en la cruz:

Juan 19, 31-34

Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilatos que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. 

Pleura_sp
El corazón y los pulmones están recubiertos por el pericardio y la pleura, respectivamente. La función de estas cubiertas es amortiguar la fricción que estos órganos sufren al cambiar de volumen. Están compuestas por dos hojas que contienen líquido pericárdico y pleural, son líquidos parecidos al agua a simple vista y derivan de la sangre.

Juan, un simple pescador, describió la acción del soldado y dijo que salió agua del costado de Jesús cuando fue atravesado. Mientras un testigo falso de tal evento podría narrar la aparición de sangre que manaba del costado de Jesús, Juan incluye el agua sin ningún intento de aclarar o explicar su comentario. Su observación fue confusa para sus primeros lectores. De hecho, los Padres de la Iglesia una vez más se esforzaron por dar sentido a esta afirmación. Tertuliano, Agustín, Cirilo y Jerónimo sugirieron que Juan se refería alegóricamente al bautismo de Jesús, a la regeneración del agua, o al testimonio del Espíritu Santo. Hoy día, entendemos la ciencia médica oculta que explica la existencia de agua en el cuerpo de Jesús. Cualquier persona golpeada tanto como Jesús en las horas previas a su crucifixión, seguramente sufriría un shock circulatorio e insuficiencia cardíaca. Cuando esto ocurre, típicamente se produce un derrame pericárdico o pleural. El agua comienza a acumularse alrededor del corazón o en los pulmones. Si esto le sucedió a Jesús, el agua hubiera salido de su cuerpo si la lanza del soldado ingresó a cualquiera de estas dos regiones. El informe de Juan sobre agua no era una alegoría; era simplemente otro ejemplo de ciencia oculta que aumenta la confiabilidad de la observación original. Es poco probable que Juan inventara un detalle inexplicable si hubiera querido que la historia pareciese razonable a los primeros oyentes.

Los hallazgos de la ciencia explican ahora las observaciones de los testigos de los Evangelios que; al igual que Debbie, se han vuelto aún más creíbles ahora que su testimonio aparentemente inexplicable haya sido explicado tarde en la historia.

 


J. Warner Wallace es autor de Cold-Case Christianity, tiene una trayectoria de más de 25 años como policía y detective, posee un Master en Teología por el Seminario Teológico Golden Gate Baptist y es profesor adjunto de Apologética en la universidad de BIOLA.

Blog Original: http://bit.ly/2ODnZTN

Traducido y Adaptado de por Jose Jimenez Chilavert

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