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Por Carlos E. Rodríguez

¡Dios nos bendiga!

Uno de los temas más mencionados en casi cualquier escenario es el de la Biblia. Se habla sobre su contenido y sobre su composición. Sin importar la temática del espacio, se suele hablar de su relevancia en la actualidad y hasta de su supuesta creación por un grupo elitista para gobernar a las masas pobres e ignorantes, buscando siempre tenerlas bajo control. Para bien o para mal, siempre hay una opinión acerca de este libro, y siempre viene dada por un experto o por quien solo repite lo que oye de otros o ha leído. Dentro de este mismo contexto suele surgir la famosa pregunta: ¿cómo sabemos que la Biblia no ha sido cambiada? ¿Cómo podemos estar seguro que lo que está escrito en ella no fue lo que un grupo planificó decirnos con unos fines específicos? ¿No parece la sospecha obvia, dado el hecho de que la historia nos enseña como algunos han usado su contenido para someter otros?

¿Cómo sabemos que la Biblia no ha sido cambiada? Parte 1: el problema del problema

Es bueno tener dudas, lo malo es aceptar como verdad lo que no lo es. Con relación a si la Biblia ha sido cambiada o no, tenemos muchas creencias que no están basadas en hechos reales o evidencias verídicas. Más bien, muchas preguntas son el fruto de mitos populares que se basan en la ignorancia de muchos factores. Por ejemplo, se supone que el texto debió haber sido cambiado porque muchos años de escribir y transcribir “debe” provocar cambios en el contenido. Este debe es una suposición a priori, nada que ver con alguna evidencia. No es que en el proceso de copiar los manuscritos no se pudieron cometer errores de transcripción, esto es posible y hasta tenemos evidencias de ellos; pero esto es muy diferente a suponer a priori que el contenido del texto bíblico ha sido cambiado. Y es aquí donde comienzan a surgir algunas preguntas con respecto a esta suposición: ¿a qué se refiere el que hace la pregunta con cambios en la Biblia? ¿A cualquier variación o a un cambio a propósito de algo que afectaba la fe de la iglesia de ese momento o la comprometía de alguna forma? Si se refiere a cualquier tipo de variación en el texto esto no es ningún problema, pues estos cambios son de esperar en el simple paso de traducir de un idioma a otro. Aunque es de esperar variaciones por el paso de una lengua a otra, el contenido sigue siendo el mismo, lo que varía es la forma de transmitirlo. Si alguien cree que esto supone un problema me imagino que esa persona tiene una solución para comunicar un texto escrito en 3 idiomas antiguos (hebreo, arameo y griego) en el idioma de cada quien sin hacer una traducción. De lo contrario, ya debe de saber por qué esto no es un inconveniente. Con relación al otro aspecto, esto trae más problemas de los que nos podamos imaginar. Si con cambios hablamos de pasajes o textos completos que afectaban la fe y/o comprometían a la iglesia de alguna forma, entonces lo primero que necesitamos es preguntar: ¿Dónde están esos textos sin cambiar a partir de los cuales se plantea la sospecha de que la biblia ha sido cambiada? ¿Cómo se llaman esos manuscritos? ¿A qué familia pertenecen? No tenemos tales textos, no existen. Aclaro, es normal que surja la duda y se haga la pregunta, el problema es hacer de una sospecha sin fundamento una postura sólida. Sin evidencia textual que sirva como prueba para sostener esta creencia, la misma solo es una suposición sin fundamento real. La misión del creyente consistirá simplemente en mostrar la integridad de los textos más antiguos y compararlos con nuestros textos actuales. De esta simple forma habrá derrumbado esta duda justificada hasta cierto punto. De hecho, es lo que haremos paso a paso en esta serie. Lo que se busca  ver en forma general es que:

  1. Lo que se dijo es lo que tenemos en el texto.
  2. Lo que tenemos en el texto actual no ha cambiado con lo que tenemos en los textos antiguos.
  3. Las traducciones y versiones de la biblia no son prueba de cambios en el segundo aspecto ya mencionado.

Viendo todos estos tópicos, más las implicaciones que conllevan cada uno, podremos concluir satisfactoriamente que no existe razón para suponer que el texto ha sido cambiado para ocultarnos algo que podría derrumbar la fe actual que profesamos, en el peor de los casos.

El problema del problema

Aunque nuestro plan es ver todo esto paso a paso, ya de entrada podemos ofrecer un argumento para descartar estos tipos de cambios. Los no creyentes enemigos del cristianismo son los que usualmente plantean esta duda a un nivel de hecho incuestionable. Es normal escuchar afirmaciones como: sabemos que toda la biblia ha sido cambiada a conveniencia de ustedes. Lo curioso de esto es que no se ofrecen evidencias que apoyen este tipo de afirmaciones. De la misma manera, son los mismos no creyentes antagónicos al cristianismo quienes afirman incansablemente: no puedes confiar en la biblia, pues está llena de errores. Luego de, pasan a mencionar algunos de esos errores que prueban que no podemos confiar en el contenido del texto, como: Jesús llamando a la semilla de mostaza la más pequeña de las plantas, cifras dispares, el caso de Josué y el sol que se detiene, cuando es la tierra que gira a su alrededor, etc. Todos estos, y unos cientos más de ejemplos, son las pruebas traídas a la mesa por el no creyente para probar que la biblia no es confiable, pues está llena de errores. Bien, todo bien hasta aquí, no tengo espacio para responder todo esto; pero, son justamente todos estos problemas los que usaré para demostrar que es imposible sostener que la biblia ha sido cambiada a la luz de estos supuestos errores actuales. Quien afirma que la biblia ha sido cambiada, y que esto supone un problema, pero también afirma errores en el texto actual; tiene un problema más grande que el que señala, puesto que si el texto bíblico ha sido cambiado: ¿por qué entonces seguimos encontrando esos errores que el no creyente señala? ¿Por qué no fueron suprimidos por las mismas personas que cambiaron los textos que suponían un problema para la iglesia de la época? La solución a este problema no es decir que no se sabe o que se les pasó, puesto que, si no se les pasó otros, en más de cientos de años; no hay forma que estos pasen desapercibidos. A menos que el no creyente guste en sugerir que la iglesia no leía la biblia y eran otros los que encontraban los problemas en la misma, y en esa medida era que se cambiaban. Esto no solo es imposible de probar, sino que es afirmar algo gratuitamente.

Las 2 acusaciones por parte de los no creyentes nos proveen de un argumento con el cual podemos demostrar, de entrada, que la biblia no ha sido cambiada. Podemos argumentar diciendo que:

  1. Si la Biblia ha sido cambiada entonces la Biblia no puede contener errores.
  2. La Biblia contiene errores.
  3. Por lo tanto, la Biblia no ha sido cambiada.

Para defender las premisas de este sencillo argumento solo basta repetir las mismas acusaciones de los antagonistas. Ellos dicen que la biblia ha sido cambiada, y para defender la premisa 1 solo tenemos que usar sus propios argumentos. Para defender la premisa 2 solo será suficiente señalar los mismos errores actuales que señalan los no creyentes. De esta manera, tenemos un argumento lógicamente valido con premisas verdaderas que nos lleva a concluir que es imposible que la Biblia haya sido cambiada dado los errores que son señalados. Si por alguna razón el no creyente sugiere que el argumento no es válido por la falsedad de alguna de sus premisas, entonces ya sabe por qué lo que afirma está bastante errado. Este argumento es válido en la misma medida en que el no creyente sostenga cada una de estas premisas.

Conclusión

No podemos afirmar de forma segura que la Biblia ha sido cambiada. A lo sumo, podemos tener alguna sospecha o duda justificada, la cual se puede responder mirando la historia del proceso de producción del texto. Lo que sí no podemos hacer es sostener esta duda como una postura sólida, pues no lo es. Los que creen que sí, también sostienen que el texto está lleno de errores. Bueno, ambas afirmaciones son contrarias, y si son unidas correctamente podemos formar un argumento para descartar de entrada que no hay cambios en el texto, basados en la imposibilidad de que existan errores tomando en cuenta “los cambios sufridos”.

 


Carlos Enrique Rodríguez Alcántara es de República Dominicana, bloguero, predicador, maestro, conferencista y apologista. Esposo de Carolina. Miembro de la Iglesia Roca de Salvación Central, en donde ha sido director de educación y sub-director de educación del concilio. Tiene un grado asociado en teología de ESFOTEBIC. Certificado en filosofía, filosofía y ciencias (con honores) y pensamiento crítico por la universidad de Edimburgo, además de filosofía, ciencia y religión por la misma universidad.

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